www.cubaencuentro.com Viernes, 16 de mayo de 2003

 
   
 
Miami: El secuestro de la nación
Paradigma oficial versus paradigma mental: El muerto que lo ponga otro, dice el bicho y se lava las manos.
por BALTASAR MARTíN
 

Una de las claves para entender la tragedia del secuestro de la nación por una sola persona durante ya más de 40 años, es el divorcio entre el paradigma oficial martiano y el verdadero paradigma "mental" de la inmensa mayoría del pueblo cubano.

Primero de mayo en La Habana

Desde la escuela primaria se ensalza a Martí, Maceo y el Che como a los héroes paradigmáticos de la historia nacional, pero a nivel de patio de colegio, de barrio, de bares y cantinas, y en la intimidad del hogar, el paradigma no es Martí, sino el "bicho", el "bárbaro". El tipo camaleónico que se las sabe todas, se amolda a cualquier situación y nunca arriesga el pellejo ("¿Tú eres bobo?", diría este personaje arquetípico de nuestra idiosincrasia).

Paradójicamente, el bicho prefirió irse a luchar a Angola antes que enfrentar al régimen, porque la muerte física era hipotética pero la muerte social resultaba inmediata ante una negativa (además de toda la pacotilla que podría traer de las candongas angolanas).

Este tipo simulador y oportunista, emparentado de primera mano con la tradición picaresca española, que nos antecede genealógicamente, es el que mejor ha representado, y representa aún, a la plebe de pan y circo. Junto a la "intelectualidad" engreída con la cercanía al poder, es el que verdaderamente sostiene al régimen, sin descontar la existencia de muchos idealistas sinceros (al menos hasta el desbarajuste del Mariel y lo de Ochoa, los dos grandes parte-aguas de la credibilidad del sistema para la gente honesta).

"Vamos a la Plaza, que van a dar cerveza a granel y galletas de soda", fue la consigna del bicho en los 90, a pesar del hambre y de los apagones. Como lo fue a fines de los 50: "Vamos a coger la cajita con congrí y lechón asado que Martha, la de Batista, va a repartir a los pobres en la Navidad"… aunque aparecieran muertos en la cunetas casi todos los días.

Siempre hemos querido coger mango bajito, por eso no hay mangos desde el famoso Cordón de La Habana. Siempre hemos querido pescar sin mojarnos los pantalones, y desde 1968, cuando la llamada "Ofensiva Revolucionaria" —que acabó con los puestos de fritas y las minutas de pescado—, no hay su homónimo, a no ser ese engendro fruto de los amores entre un motor de barco y un pez limpia-pecera llamado macarela.

Nos ha faltado y falta coherencia entre el pensar, el decir y el hacer. En el subconsciente colectivo y en la psicología individual, el paradigma del "bicho" campea por sus respetos. El lema nacional no ha sido, en realidad, "Patria o Muerte, Venceremos". Tampoco "La Patria es de Todos". Ha sido "No cojas lucha, que la caña es mucha".

El muerto que lo ponga otro. Que lo pongan los americanos, como en 1898, cuando sólo en Oriente se peleó contra España, mientras Occidente esperaba que la independencia cayera del cielo.

El día que el cubano común se quite la careta oportunista, no asista más a las reuniones del CDR, a las del Poder Popular y a las concentraciones de la Plaza, porque hacerlo es incongruente con su sentir, con su dignidad y con su estómago, ese día, sin violencia, el dogma castrante empezará a debilitarse, y sentiremos vergüenza de haber admirado secretamente al "bicho", principal cómplice del secuestro de la nación.

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