www.cubaencuentro.com Jueves, 10 de julio de 2003

 
  Parte 1/3
 
Miami: Papel de hombre
Cuando la policía llegó al apartamento 9 del tercer piso, Raúl Rivero se balanceaba en su viejo sillón. 17 agentes contra un poeta, su esposa y su madre.
por MIGUEL SáNCHEZ REYES
 

Aquella tarde del 20 de abril, Raúl Rivero pudo ver el despliegue militar desde el balcón. Entró rápido y le dijo a mi madre que la policía del Gobierno tenía la cuadra acordonada. Que llamara a la prensa extranjera y no se preocupara. Todo iba a salir bien.

Raúl Rivero
Raúl Rivero en primer plano. La Habana, 1986.

Cuando la policía llegó al apartamento 9 del tercer piso, Raúl Rivero se balanceaba en su viejo sillón. 17 agentes contra un poeta, mi madre y Teté, de 83 años. El poeta les brindó jugo y café. Mi madre pidió permiso para conducir a la mamá de Raúl hacia el último cuarto, para que no sufriera más de lo que ya sufría. Me imagino a Teté asustada y rezando camino a aquel cuarto final, que le parecía tan distante. Ya él lo había escrito: "Porque yo voy a ser más libre cada día, y ya que le quité las cadenas a los versos, contribuir a quitárselas a Cuba". El registro duró 6 horas, lo husmearon y se lo llevaron todo. En la confusión y la tarde, mi madre entró al último cuarto y desde allí llamó a Elizardo Sánchez Santacruz.

Más tarde Blanca Reyes salió al balcón y gritó a pleno pulmón: "¡Ahí se llevan a un hombre… Ese es un hombre de verdad!" Luego entró y aguantó las lagrimas. La Habana tampoco cree en lágrimas.

2

Raúl Rivero ya nos había advertido sobre las tormentas y los imprevistos. Nos habló del color de la bandera y el dolor de las espinas. Le cantó a sus hijas y mujeres y presagió esta tragedia, y la mentira. ¿O son acaso esta lluvia, estos discursos del sureste y esta cárcel, un imprevisto? Ya él lo sabía. Nos lo dijo cuando vio aparecer la Ley Mordaza, cuando días atrás supo de las redadas contra las drogas, cuando vio que a un pobre hombre de Centro Habana le decomisaban su viejo refrigerador General Electric por hacer durofríos. Pero siempre es bueno tener a un poeta al lado porque se "le perdonan los escándalos públicos/ su amor por los aviones comerciales/ el abandono de sus hijos/ la fidelidad a los alcoholes/ y su vocación de perdulario". Los que hemos contado con la dicha de ser amigos de Raúl, estamos muy agradecidos.

Uno de las cosas que dijeron en su contra fue que se fue quedando sin sus hermanos y es cierto, a todos los despidió en una tarde, una mañana, una fecha. No quería que los utilizaran en su contra, y los lloró a todos cuando el avión tomaba pista camino a la memoria.

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