Cartas enviadas por José Luis García Paneque a Castillo
21 de agosto de 2003
Saludos para ti hermano Pepin y mi más alta estima.
Yo conocía que estabas en este recinto, tu buen ánimo y esperanza que tenías mediante un preso que trasladaron para la prisión de Guamajal, donde yo estaba. Conmigo estaban dos hermanos de La Habana, Mijail Barzaga Lugo y Alfredo Felipe Fuentes. En ese lugar estuve tres meses desde mi traslado desde Las Tunas.
Los días han sido duros para mi, me acostumbraba lento a la condición de preso, por eso te pido que me ayudes dentro de lo posible manteniendo la comunicación fluida entre los dos.
Hoy fue mi visita, podrás darte cuenta cuantas emociones, pero pudimos mantener la postura y recibí muchas esperanzas, sólo hay que esperar, se están haciendo muchas gestiones y todos apuestan por un final "feliz".
Me gustaría que pudiéramos conversar, pero bueno nos podemos escribir e intercambiar nuestras impresiones (escríbeme cada vez que puedas y desees).
Paneque
Nota: En esta provincia estamos seis, cuatro de Ciudad de La Habana y nosotros.
Prisión de Jóvenes de Villa Clara
Pepin, entre hermanos de causa y no sabría decirle si por desgracia o para gloria de Dios, se toman algunas providencias para pasar el tiempo lo mejor posible, muchas gracias por los elogios a las habilidades de mi esposa, de eso es, entre muchas cosas, que siento orgullo de ella.
Hermano, es usted una persona fenomenal, dentro de tantas privaciones usted ha logrado disponer de todo el día y parte de la noche, es algo formidable, cosa que desgraciadamente no he logrado y tan necesitado que estoy, pues mire yo me levanto después de una noche soñando con diez mil cosas, muchas veces son agradables, otras no, compongo la cama, desayuno algo, recojo las cosas y me aseo, para a continuación realizar mis oraciones diarias, que se convierten en un monólogo con Dios, yo ruego, pido, imploro y él calla.
Pepin, estoy pasando por una avidez total cosa que me aflige mucho, el resto de la mañana trato de leer y me desconcentro, en fin, un desastre. Por eso tengo mucho que aprender de usted, amigo mío. De esa forma paso el día.
Desde la tarde de ayer estoy tratando de hacer una carta para mi esposa y no me sale como yo quiero, pues me duele mucho tener que reflejar mis debilidades en cartas que serán censuradas.
Pues nada hermano usted con tanta fe y yo que no llego a un grano de mostaza, y mira que es pequeño. Tengo mucho todavía que aprender de usted, ¿me ayudaras, verdad?
En cuanto a la comunicación, muy bien. Sería fenomenal, pues por mi mente no había pasado un comunicado de esta naturaleza y va sentando un precedente. Yo tengo que realizar algo similar para la atención religiosa.
Paneque |