www.cubaencuentro.com Martes, 07 de octubre de 2003

 
  Parte 3/3
 
Washington: Revolución democrática
¿Qué hubiera ocurrido si los padres fundadores de EE UU hubieran deseado permanecer 44 años continuos en la presidencia del país? La Constitución norteamericana, ejemplo y vigencia.
por ALBERTO F. ÁLVAREZ GARCíA
 

Tal orientación se correspondió, en la práctica, con la intención de ir avanzando en el transcurso de la revolución, en la construcción de instituciones apropiadas. Esta marcha hacia la consolidación institucional del país, se observa desde los momentos iniciales de la revolución: en 1774 y 1775, con la realización de los dos primeros Congresos Continentales; en 1776, al aprobarse la Declaración de Independencia; en 1777, mediante los Artículos de la Confederación, ratificados en 1781; y en 1787, cuando se produce la Convención de Filadelfia, que elaboró la nueva Constitución de Estados Unidos, que resultó ratificada en 1788 por la mayoría de los Estados de la Unión, con la excepción de Rhode Island y North Carolina. Finalmente, el 30 de abril de 1789, George Washington asumió su cargo como Presidente de Estados Unidos sobre la base de las normas establecidas por la Constitución recién estrenada.

La Convención Constitucional de Filadelfia, inaugurada el 25 de mayo de 1787, resultó ser una muestra culminante del espíritu democrático con el que los fundadores de la nación proyectaron el valor de su obra. A la Convención llegaron delegaciones de todos los estados, con grandes diferencias y nociones disímiles para introducir las enmiendas necesarias a los Artículos de la Confederación de 1781.

Se puede tener una idea de la multiplicidad de posiciones presentes, solamente con ver que, si bien la mayor polémica se centró rápidamente en la oposición entre los Planes Virginia y New Jersey, había muchos constituyentes como Alexander Hamilton, que al inicio no estaban de acuerdo con ninguno de ambos planes. No obstante, al final de los debates, ellos elaboraron la nueva constitución mediante el consenso, según las exigencias del "buen gobierno y la preservación de la Unión".

James Madison (el Padre de la Constitución) y los seguidores del Plan Virginia (la posición defendida por los mayores estados que deseaban dos cámaras en la legislatura, basadas en la representación proporcional), supieron a través del debate ganar el apoyo decisivo, con respecto a su posición fundamental de fundar un fuerte gobierno central nacional; frente a la posición de los pequeños estados, agrupados tras el Plan Nueva Jersey, que solicitaban igual representación. Con la ratificación de la Constitución de Estados Unidos, en 1788, y la adopción en 1791 de las primeras 10 Enmiendas (Bill of Rights), se culminó el proceso inicial de institucionalización de la democracia americana.

La Constitución de 1787, asimismo, se convirtió en el referente clave para el mundo como la primera de las cartas magnas modernas donde fueron definidas explícitamente, mediante un texto escrito, las características de una nueva época de la humanidad con la afirmación de la ley de libertad del individuo y la existencia de derechos irrenunciables del ciudadano, como criterios primordiales de la organización del Estado. Presentó a este último, determinado en sus funciones por la división de poderes entre los gobiernos nacional y estatales, la separación de los poderes en tres ramas: legislativa, ejecutiva y judicial; además de la admisión de una serie de pesos y contrapesos para restringir esos poderes y balancear sus acciones.

Los padres fundadores de Estados Unidos hicieron todo lo posible para elaborar una institucionalización democrática que fuera la principal defensa de la nación y el ciudadano contra un gobierno desmesurado, en medio de sus búsquedas de la libertad como meta perpetua del ser humano.

Por su parte, las luchas del pueblo estadounidense le han permitido ampliar históricamente sus libertades sociales, civiles y políticas a partir de las enmiendas introducidas a la Constitución con el paso de los años, donde habría que destacar la emancipación de los esclavos, "talón de Aquiles" de la Constitución de 1787. En tanto, todo intento de obviar la división y equilibrio tripartito de poderes —núcleo de la Constitución de EE UU—, ya sea desde la unidad del poder proclamada por el marxismo, o desde las reacciones antiliberales capitalistas como en el fascismo, han conducido a gobiernos autocráticos abominables. Una prueba mayor de la vigencia que tiene hoy la Convención de Filadelfia, en sus aportes a la teoría constitucional y a la humanidad.

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