www.cubaencuentro.com Martes, 07 de octubre de 2003

 
  Parte 1/2
 
Nashville: Conversaciones con mi tía Tita
por WILLIAM LUIS
 

Mi queridísima tía Haydee:

Eres la única tía que me queda de la familia Santos y tú sabes que te quiero como si fueras mi propia madre, a pesar de que te sientes más apegada a mi hermano mayor. Así que no te enojes por las cosas que se me ocurren.

Gran Logia de Cuba
Símbolo de la Gran Logia masónica de Cuba.

Te escribo no para reñir contigo sino para contarte lo que me sucedió hace unas pocas semanas. Por razones que pertenecen más a los misterios de la vida que a la lógica que nos rige, sentí la necesidad de bajar al sótano de la casa donde todavía tenemos cajas que permanecen selladas desde que nos mudamos a Nashville hace más de doce años. Por esa misteriosa razón fui conducido como un autómata a uno de los dos gabinetes pequeños que tenemos debajo de una enorme mesa de taller. Sin proponérmelo abrí una de las gavetas y al fondo de la misma, detrás de unos archivos, encontré una bolsita de plástico con unos papeles amarillentos. Rápidamente subí las escaleras, fui a mi estudio y abrí la bolsita. No te puedes imaginar lo que descubrí cuanto introduje la mano y saqué varios papeles pergaminazos del plástico. Me di cuenta que estaba manejando unos antiguos documentos de la familia Santos. Ahora te describo el inusitado hallazgo.

Contiene un número del periódico La Tribuna: Periódico Liberal del Pueblo y Para el Pueblo, del Director Propietario Sabás C. Abreu y Subdirector Ángel Estrada, con fechas del 21 de julio de 1928. Entre los interesantísimos artículos que se distinguen en la primera página, se atina uno que aparece en la columna a mano derecha intitulado Blasones de la masonería y éste se le dedica a tu padre y mi abuelo Ventura Santos. Ofrece un breve recuento de su vida. Menciona que nació en la ciudad de Cárdenas pero se crió en Caibarién. Al iniciarse la Guerra de Independencia de Cuba, Ventura Santos fue uno de los primeros habitantes de su entrañable ciudad en empuñar armas contra el enemigo, ingresar en el ejército Libertador y luchar por la libertad de su patria. Pero, a pesar de su valentía, la tragedia humana nunca está lejos y de ella no hay escapatoria. Dice el artículo: "Durante la epopeya revolucionaria, tuvo la desgracia de ver caer acribillada a balazos a su adorada esposa y a un tierno hijo de tres años que ésta abrigaba en sus brazos al ser herida por las fuerzas españolas en la sorpresa de un campamento. La amante compañera, cual noble espartana, había seguido a la guerra a su esposo compartiendo con él las penalidades de la campaña". A pesar de las importunidades de la vida, los esfuerzos y sacrificios de Ventura Santos fueron reconocidos cuando los representantes del Ejercito Libertador le otorgaron el grado de Capitán.

Recuerdo como si fuera ayer los cuentos de mi difunta madre sobre la vida de su padre que, efectivamente, coinciden con el artículo periodístico. Todavía la oigo decir que la primera esposa de mi abuelo estaba bajo la vigilancia de los españoles. Ellos atendían el regreso de la manigua de aquel valiente mambí, quien buscaba al lado de su esposa el refugio de los pocos minutos que el destino le consintiera. Al llegar a su lado, el enemigo le gritó: "¡Alto! ¿Quién vive?". Sin más ni menos, le dispararon, hiriéndolo en una pierna.  En su fuga se le cae el sombrero de guano y para colmo retrocede, esquivando las balas, para recogerlo. Como sabemos, si el destino fue generoso con él, no lo pudo ser con su adorada esposa ni con la pequeña criatura que llevaba dentro. Pero, el mundo es pequeño. Después de la guerra, en una triunfante entrada por Remedios, conoció a la bella Evelia del Río, quien lo bendijo con la felicidad de cinco hembras y cinco varones.

El mismo artículo destaca el trabajo de Ventura Santos con la Masonería, organización que abrazó con el mismo fulgor que se le había observado con el Ejército Libertador. Se une a la Logia "San Juan" de Caibarién el 2 de febrero de 1903, e inmediatamente se destaca por su esfuerzo y compasión. Es ascendido a compañero el 4 de mayo, es exaltado a Sublime Grado de Maestro Masón el 13 de julio y es elegido Primer Diácono el 14 de diciembre del mismo año. Un año después acepta el cargo de Maestro de Ceremonias, cargo que ocupa diecisiete años consecutivos. El artículo señala, con certeza, que Ventura Santos ofreció su vida a dos grandes ideales: la Patria y la Masonería. Continúa la biografía en la página dos y en ésta se menciona que para el año 1918, de los dieciocho hermanos, Ventura se distingue en la tarea de la fabricación de la Logia "San Juan", recaudando fondos sin agravar para nada a la Logia. Dos años después se inaugura el Templo Masónico de Caibarién, base principalmente que goza la Logia "San Juan". Con el propósito de celebrar los veinte años de servicio activo, la Logia galardona a Ventura Santos con el Diploma de Honor, título de Veterano Masón y Medalla de Oro. Apunta el artículo que esta última es "joya preciada que en magnífica síntesis significa ejemplo, estímulo, energía, vitalidad y sacrificio".

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