www.cubaencuentro.com Martes, 07 de octubre de 2003

 
  Parte 2/2
 
La Habana: Acuse de recibo
Cartas de cárcel a cárcel. Una visión sentida sobre el confinamiento de los disidentes cubanos condenados en marzo pasado.
por IRIA GONZáLEZ-RODILES
 

"Quisiera que agradecieras a todos los que oran por mí, y más que por mi libertad, quiero que pidan porque aumente mi fe en Dios y que cada día cumpla más los mandamientos de su Iglesia, esto estoy segura me sostendrá. Dios no nos abandona nunca".

Quizás sus propias palabras esclarezcan un poco el por qué los mandarines, apegados al podercillo terrenal en la Isla, la consideran temible y la odian hasta el ensañamiento.

Un famoso bardo sentenció: "Podrá no haber poetas/ pero siempre habrá poesía". No obstante, aún poesía y poetas andan juntos por acá, porque existe Raúl Rivero, periodista completo, además. A pesar de hallarse confinado en una inmunda celda, trasciende en proyección:

"Aquí me salva la lectura, estoy leyendo mucho, sobre todo a los clásicos españoles, alguna poesía, Neruda, Nicolás, Eliseo, los poetas del siglo XIX y Gastón Baquero. A mí mismo también porque, a veces, la convoco y viene, aunque sólo estoy escribiendo poemas de amor o de ex amor. Trato de hacer una especie de galería de amores. Sin ironías, abierto, en un tono sencillo y generoso".

Y si —como al bardo— alguien me preguntara: "¿qué es poesía?", yo diera por respuesta: "poesía es lo que me escribe Vázquez Portal y su propio ser":

"¿Qué contarte de la cárcel? No hay cárcel. 'Tu risa me hace libre/ me pone alas/ soledades me quita/ cárcel me arranca...'. Ríe y espera. Yo espero y resisto. La libertad es una golondrina desconocida para quienes me encarcelan. Hay fulgores que no caben en una ergástula. La luz es inapresable. Y como al principio del mundo, se hará la luz, y será buena".

Como dice el pueblo: "¡qué tu boca sea santa!", Manolo.

Releo sus cartas: Ricardo se despide con un canto a la esperanza de volvernos a ver y, con otro juego de palabras, me envía "un abrazo de esos que abrasan"; Martha Beatriz confiesa que "recibir correspondencia cuando uno está preso es un regalo del Señor"; Raúl dice que espera mis cartas, "porque es como hablar contigo y escucharte en vivo y en directo"; Manolo muestra su alegría porque le he escrito, desprecia así el retardo ajeno, provocado, a nuestra correspondencia, mientras se eleva asegurándome que "es bueno haber vivido y haber conseguido amigos fieles".

¿Y yo? Escribo de nuevo. A ellos, a otros. Ahora soy quien espera con avidez sus misivas. Ellos y sus afectos, sus cartas, me restauran el ánimo y la fuerza, cuando mensajeras de tantas señales llegan hasta mí, hasta aquí, a este otro lado de la prisión, otra.

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