www.cubaencuentro.com Martes, 07 de octubre de 2003

 
   
 
La Habana: 'El Camaján' de los camajanes
por IRIA GONZáLEZ-RODILES
 

De súbito, el auditorio rompe en carcajadas incontenibles, cuando uno de los conferencistas afirma que el reconocido disidente Elizardo Sánchez Santacruz ostenta la condecoración de Servicio Distinguido de la policía política cubana. La risa unánime delata que nadie toma en serio la declaración emitida en el transcurso de un encuentro que tuvo lugar en el Centro de Prensa Internacional de la capital habanera.

Elizardo Sánchez
Sánchez Santacruz: 'Estoy dispuesto a hablar con Satanás, si ello contribuye a arreglar las cosas en el país'.

El indiscreto suceso se escapó entre las imágenes de la noticia transmitida por el oficialista Noticiero Nacional de Televisión.

El Camaján, panfleto que las autoridades cubanas atribuyen a los periodistas gubernamentales —más bien, voceros— Lázaro Barredo y Arleen Rodríguez, es el nuevo libro que ha sucedido a Los Disidentes, otro libelo que arrogan a Luis Báez y Rosa M. Elizalde, también integrantes del gremio de los incondicionales al poder impuesto en la Isla.

Ambas publicaciones auguran la continuidad de la campaña de extinción y descrédito urdida por el gobierno contra la disidencia. Sus antecedentes se hallan en la racha represiva contra la oposición pacífica —identificada como "la primavera negra"— iniciada en marzo pasado en la Isla, y en la cual fueron condenados hasta a 28 años de cárcel a 75 opositores.

El nuevo panfleto se propone convencer a la opinión pública de que el presidente de la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional, Elizardo Sánchez Santacruz, oscila entre su papel como disidente e informante de la policía política.

Sin embargo, el sensacionalismo esperpéntico del notición origina, entre observadores y ciudadanos, más dudas e incredulidad que otras reacciones: ¿a qué se debe ahora tanto denuesto hacia un hombre que, según los voceros, premiaron con la condecoración al Servicio Distinguido? ¿Así retribuyen a sus contribuidores? ¿Se les rebeló, hubo ruptura? ¿O, en realidad, nunca colaboró y se trata de un "invento" de esos que le hacen aquí a cualquiera?

Según indican las declaraciones de Sánchez Santacruz a los medios informativos extranjeros —en los nacionales no permiten el acceso a quienes disienten—, él sustenta sus propios criterios de disensión y actúa conforme a estos.

Sin duda alguna, disentir lleva implícitas la diversidad y la independencia; al totalitarismo —de izquierda, derecha o cualquiera de las innumerables posiciones que existen— le es inherente la rigidez uniforme, las ataduras y las intolerancias de las cuales intentamos deshacernos los cubanos. Además, la mediación siempre ha existido y es necesario que exista, pues "no estamos dentro de un ring de boxeo, sino frente a un tablero de ajedrez", como siempre me advierte un buen amigo.

Sánchez Santacruz habló con Satanás —según sus propias palabras—, pero todo indica que al Diablo no le agradó la gestión ni la actitud del reconocido activista.

Por otra parte, nadie se escandalice: disidentes y opositores cubanos, en aplastante mayoría, son hombres y mujeres provenientes de las propias filas de la cacareada revolución del 59 y que experimentaron un proceso de descreimiento y decepción, o han nacido, crecido y educado dentro de la sociedad totalitaria. No son burgueses, ni batistianos, ni familiares de fusilados, ni "siquitrillados" (como llamaban aquí a quienes fueron desposeídos de sus bienes y propiedades en los primeros años del frustrado proceso revolucionario), ni delincuentes, ni terroristas... sino gente humilde, de pueblo.

Entre quienes han disentido, hay desde conocidos héroes —como el general Del Pino, Prendes o Benigno— hasta gente anónima de barrios y bateyes, como los hijos de Pepe el Globero o de Mamá Inés.

Si El Camaján es un sucio intento por sembrar el desaliento y la desconfianza, ha fracasado. Poco crédito puede ofrecerse a quien no otorga la palabra al ofendido para que dé su testimonio. El que tiene el poder omnímodo es dueño, además, de confeccionar el  expediente que se le antoje o mejor le convenga.

El libro, bodrio y bulo, no es más que una obra desatinada producida por los verdaderos camajanes.

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