www.cubaencuentro.com Martes, 18 de mayo de 2004

 
  Parte 2/2
 
Santiago de Chile: La anéctoda del 'agente'
por MIGUEL CABRERA PEñA
 

Pero aquellas evasiones serían efímeras. Mi "misión internacionalista" podía verse muy perjudicada si a aquel "compañero" se le ocurría decir al jefe del grupo al que yo pertenecía que mi actitud reñía con la colaboración para la inteligencia. Lo anterior se agregaría al desagrado público mostrado por el embajador de entonces, Rodolfo Puente Ferro, cuando escuchó reportes míos sobre los gigantescos mercados ilegales (Candongas) y algunos tímidos brochazos en torno a la corrupción en las altas esferas. Radio Habana Cuba era y es una emisora internacional.

El falso informe

Afrique-Asie,una revista que se publicaba en francés, era uno de mis apoyos en el conocimiento de la realidad africana. Creo recordar que arribaba a Luanda en la misma fecha de su salida parisiense. Por los días en que más duras eran las controversias con el agente —cuyo nombre no digo porque sencillamente le llamábamos "el guajiro"—, apareció un amplio reportaje sobre el estado y las expectativas del petróleo angoleño, del que dependía, casi en absoluto, el abastecimiento para la guerra y la actividad económica y social. Estaba el reportaje lleno de cifras y comparaciones. Luego supe que esas páginas las había pagado el gobierno angoleño.

En aquellas líneas me sentí de pronto ante un tesoro. Ni corto ni perezoso seleccioné lo más sobresaliente del texto y las estadísticas más llamativas. Lo puse todo en boca de un funcionario del departamento de propaganda del MPLA, con el cual supuestamente me había entrevistado. En cuanto apareció mi hombre le entregué la síntesis.

Estaba convencido de que desde mucho antes la inteligencia cubana en el país tenía que conocer semejantes análisis, planes de venta, prospección de combustible, etcétera; todo en negocios con compañías occidentales. Lo único que demostraría el informe era que no me negaba a colaborar.

Pero cuál no sería mi sorpresa cuando al día siguiente, con alegría desbordada y sonrisa de oreja a oreja, el agente me abraza y felicita. Había realizado —dijo— una labor extraordinaria. Describió, además, los elogios que él había recibido de su jefe.

Todavía me pregunto cómo era posible que la jerarquía de la inteligencia isleña desconociera los datos de aquel artículo. Quizá Luanda, que seguramente se sentía espiada por un aliado que no se sacaba de la boca la palabra "hermandad", decidió ocultar a La Habana, por un tiempo tal vez precioso, el engranaje de consultas, reuniones y negociaciones que con ejecutivos de transnacionales del rubro resultaron imprescindibles en la confección del artículo.

¿Demostraba así la autoridad angoleña que era capaz de burlar las trampas que le tendía Castro? Lo cierto es que Cuba participaba, obstaculizaba, aconsejaba o se entrometía en cada paso que en cualquier sentido daba el gabinete. No por gusto la escolta del presidente José Eduardo Dos Santos era cubana.

No sé cuándo lograron enterarse —si finalmente lo hicieron— del texto de Afrique-Asie, aunque no dudo que la lengua de Víctor Hugo constituyó un obstáculo para personas, en general, de escasa instrucción, como evidenciaba el personero que me atendía. Con mi falso informe cesó el acoso del agente, azuzado a su vez por sus superiores.

Fue esta estúpida dinámica la que provocó el engaño de parte de alguien que, sin experiencia alguna ni temperamento de espía, sólo aspiraba a quedar bien con su labor profesional.

Referencias
Los guardianes del fuego (JOSé H. FERNáNDEZ)
1. Inicio
2. Pero aquellas evasiones...
   
 
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