www.cubaencuentro.com Lunes, 14 de junio de 2004

 
  Parte 1/2
 
Nueva Jersey: ¿Un cubano para presidente?
por DIEGO RODRíGUEZ ARCHé
 

A primera vista puede parecer una broma, pero créanme que no lo es. Mi primera reacción cuando lo vi fue una sonora carcajada. Nada, que aun después de tantos años, la vigencia de Jorge Mañach —Indagación del choteo— parecía mantenerse intacta. Era la mañana del segundo domingo de mayo, Día de las Madres, en la ciudad de Miami, para ser más exacto frente al restaurante Versailles, sitio obligado para la mayoría de los cubanos residentes y de paso.

Versailles
Santiago Portal: ¿Puro choteo o grito de dolor? (Diego Rodríguez).

De pie sobre los dispensadores de periódicos estaba un hombre vestido de "punta en blanco", como habría dicho mi abuela, clavel rojo en el ojal, símbolo de que su madre vive, camisa negra, corbata roja, gafas oscuras, zapatos de dos tonos (negros y blancos) y sombrero alón, blanco también. De lo inmóvil, parecía una estatua. Con su mano derecha hacía la churchiliana "V" de la victoria, con la izquierda sostenía un cartel, la mitad de su estatura, en que se leía: "NO KERRY NO BUSH - A CUBAN FOR PRESIDENT NOW - PJP PARTY 2004 - Honesty Against Money (No Kerry No Bush - Un Cubano Para Presidente Ahora - PARTIDO PJP 2004 - Honestidad Contra Dinero)".

Lo lógico hubiera sido que pasado el primer momento de hilaridad por lo ocurrente y surrealista de la imagen, apurara mi taza de café cubano y me marchara. Era tan poco el tiempo que estaría en la ciudad que no debía perderlo parado en aquella esquina mirando a los personajes de siempre trazar imaginarias estrategias de cómo derribar a Castro (todavía no se habían hecho públicas las "nuevas" medidas de Bush destinadas a ese fin), o alimentar su esperanza de regresar a tiempo (más bien antes de que se les acabe el tiempo) porque "ahora sí que el tirano está en las últimas", aunque un médico haya dicho en el documental de Stone que el Infame en Jefe duraría hasta los 150 años y más recientemente su médico personal haya rectificado la cifra para afirmar que será hasta los 140.

Sin embargo, lo que hice fue acercarme más al personaje, quien, ya no tan inmóvil, cambiaba algunas veces la "V" de la victoria por un saludo a quienes pasaban en sus autos y hacían sonar el claxon.

De la risa, pasé a la reflexión: aquel hombre no bromeaba, ni su actitud se inscribía dentro de la definición que del choteo hacía Mañach, como no fuera en el sentido de que lo "choteado es […] aquello que tiene una reputación precaria o falsa: lo desprestigiado" (Jorge Mañach, Indagación del choteo, Ediciones Universal, Miami, 1991, p. 68), a mi juicio la política norteamericana sobre Cuba.

Aquel hombre había llegado a la conclusión de que sólo con un cubano en la Casa Blanca el gobierno estadounidense haría algo realmente eficaz para acabar con la dictadura de Castro; que ni el actual presidente republicano y mucho menos el candidato demócrata tenían verdaderamente la voluntad, y lo que es más importante, la intención de poner fin a ese régimen de oprobio.

De repente me sentí invadido por una profunda tristeza. Aquel valiente cubano, con su silencioso grito de protesta para poner de manifiesto la desesperación, la angustia y la frustración de un exilio tantas veces engañado y traicionado desde la Casa Blanca, se arriesga al ridículo o a que lo tilden de loco. Claro, es un año electoral y los sargentos políticos de ambos bandos vuelven a jugar con las esperanzas y las frustraciones de los cubanos desterrados.

Sin embargo, a pesar de lo estrambótico de su proposición, en esencia este cubano no deja de tener razón. Ya sé, muchos amigos me dirán: te estás contagiando con su locura, nadie que esté en su sano juicio puede plantearse semejante despropósito. Es lo más disparatado que he escuchado jamás. Así por el estilo se sucederán seguramente las diatribas que me espetarán mis amigos, siempre por cariño, claro está.

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