www.cubaencuentro.com Jueves, 24 de junio de 2004

 
   
 
La Habana: Clavados... como Cristo
por JOSé H. FERNáNDEZ
 

Parte el alma el problema en que se han metido Bush y la gente de su administración, incluido algún que otro congresista cubanoide. En lo adelante no podrán comprarse ni un tibor en las shopping de productos varios de la Isla, porque las hemos cerrado, para castigarlos. Posiblemente tampoco puedan volver a probar la leche en polvo, ya que le subiremos el precio, con lo cual planeamos propinarles un escarmiento amargo, para cada mañana de sus vidas: infusión de romerillo.

En la calle
Calle habanera: El calvario y la cruz.

Claro que no menos lastimoso es el hueco que los del Norte le han hecho en la canasta familiar a nuestros administradores. Con un plumazo los privan —a los pobrecitos— del auxilio económico conque sus parientes de Miami les mantenían respirando y a salvo, ay Dios, de la infusión de romerillo.

Este nuevo intercambio de sablazos, uno más, aunque parezca el mismo, tal vez porque ambos contendientes lidian siempre con un mismo estilo —el de dale al que no te dio—, no nos sorprende demasiado, tampoco nos ayuda, y es justo que se diga, pero por lo menos sirve para recordarnos que hemos venido al mundo, igual que Cristo, destinados a poner la otra mejilla, mientras los de arriba se entretienen clavándonos.

Como digna respuesta de nuestros administradores, Bush y los señoritos cubanoides de su corte estarán obligados a tragarse el boniato en seco, pues ya los bisneros le han caído encima a las shopping de alimentos y útiles de higiene, únicas supervivientes —hasta hoy—, y amenazan con borrar del mataburro la palabra aceite.

Ah, pero bien merecido se lo tienen. ¿Quién los manda a impedir que nuestros administradores reciban los cuarenta dólares que mensualmente le enviaban sus parientes exiliados para ayudarles a mantenerse vivos hasta que otra cosa sea?

Se trata de estrategias de muy alta política, tanto de uno como del otro lado, y eso podemos entenderlo, por más que no lo comprendamos. En lo que no estamos muy claros es con respecto a la temporada en que tales cultivos —los de las estrategias— suelen dar finalmente sus viandas. Y no es que pequemos de ansiosos, pero consideren que en casi medio siglo aún no hemos recogido las primeras. Y ni esperanza, porque eran verdes y tuvimos que comérnoslas como ensalada, ya sabrán por qué.

En política, quedó dicho, el lenguaje es adorno, en tanto la chapucería es forma y fondo. Y eso también podemos comprenderlo, aunque no lo entendamos. Más trabajo nos cuesta imaginar a Bush quedándose sin el plato elemental de los frijoles diarios, debido a que, como respuesta ante su barrabasada de turno, nuestros administradores no encuentran —no son capaces de encontrar— más recurso a mano que una barrabasada mayor.

Los almendrones, esos autos del año de la bomba que funcionan como taxis en las calles del país, tendrán que aumentar sus tarifas, debido al anuncio de nuevas alzas en los precios del petróleo. Pobre Bush, como si fuera poco para su raquítico bolsillo los 20 pesos que ya le exigían por mal llevarlo desde Marianao hasta los hospitales del centro.

En los agromercados particulares ha disminuido la oferta de manera creciente durante las últimas horas —pobre Bush—; los vendedores aguantan sus productos a la espera de inevitables aumentos en los precios. Si no hay shopping para comprar calzoncillos o zapatos, Bush tendrá que acostumbrarse a prescindir de estas prendas, porque sabido es que en más de tres décadas, nuestros administradores no hallaron otro modo igual, o parecido, para arropar su pobre pellejera.

Pobre Bush, como digna respuesta a sus medidas, el valor de cambio para el dólar se mantendrá incólume en la Isla, oficialmente, aunque en el mercado negro, que sigue creciendo, por más que los expertos de allá lejos crean que exagero, el despelote y la anarquía habrán de campear por su respeto.

Bush y sus señoritos cubanoides no midieron las proporciones del lío que se iban a buscar con su ¿nueva? estrategia para imponer, dicen, la libertad. En lo sucesivo, cuando se vean obligados a pedir el agua por señas, les darán únicamente un guiso raro al cual llaman "Cultura General Integral". Y si se les ocurre levantar la cerviz para quejarse, serán acusados como mercenarios con todas las de la ley. Si quieren caldo, no tendrán dónde comprar la taza. Pero si se las amañan para conseguir la taza, tendrán que ganarse el caldo a golpe, dicen, de puro fervor patriótico.

Además, cómo van a quejarse Bush y los cubanoides, si hasta la medicina gratuita se les garantiza. De momento no hay en existencia en las farmacias, pero es por su culpa. Así que por favor, adelante. Nos esperan días de "gloria", y es hora de que vayan creyendo en el futuro, porque más les vale.

En política, también quedó dicho, bien predica el ayunar quien acaba de almorzar. Entonces resulta presumible que después de estas últimas medidas y contramedidas estratégicas vengan otras, que sin duda serán seguidas por otras, otras y otras más.

Y en el ínterin, nosotros, los de abajo, desde una y otra orilla del Estrecho de la Florida, contemplamos el duelo, con los ojos como palanganas y en las mismas: clavados, igual que Cristo.

RegresarEnviarImprimir
 
 
En Esta Sección
La Habana: Fuera de liga, fuera de juego
IVáN GARCíA
Toronto: Filatelia porcina
PETER KATZ
Barcelona: Dos catedrales
MANUEL PEREIRA
Editoriales
Sociedad
Cultura
Internacional
Deporte
Opinión
Desde
Entrevista
Buscador
Cartas
Convocatorias
Humor
Enlaces
Prensa
Documentos De Consulta
Ediciones
 
Nosotros Contacto Derechos Subir