Un personaje del escritor chileno Roberto Bolaño piensa en el abismo que separa al poeta del lector y dice quedar, al fin de la meditación, profundamente deprimido. Claro que la depresión puede perturbarnos desde otros ángulos y lecturas, más allá del arte puesto en versos.
Una de las publicaciones más interesantes, desenfadadas y corrosivas de Chile, The Clinic, dio a conocer recientemente una entrevista con el actor cubano Juan Falcón, quien reside en este país desde 1990. Si el personaje de Bolaño hubiera leído estas líneas, tal vez la depresión se hubiera adueñado de él, o quizá la vergüenza o la indignación.
Falcón, que amén de su popularidad en Chile fue actor conocido también en Cuba, se enreda de manera superlativa en sus declaraciones. De Fidel Castro dice: "Lo quiero, lo respeto y creo en él". La periodista Alejandra Delgado seleccionó esta frase como título.
Semejante endecha se desajusta cuando unos párrafos atrás inventa Falcón lazos filiales, dignos de un sainete o de una novela radial de los años cuarenta: "…cómo defender a Fidel" (se pregunta y no se responde). "Tu madre puede ser una puta, pero es tu madre y hay que defenderla".
Aun con estas inconsecuencias, frases patibularias o peregrinas de quien se define como no comunista y militante en nada, el sentido general de sus opiniones constituye una alabanza que a esta altura mueve a carcajada, en particular para los asiduos de The Clinic. Y no hay que olvidar que esta es, sobre todo, una revista de un humor bastante duro.
No acaban aquí, sin embargo, las inconsecuencias apuntadas. El actor, en roles protagónicos de telenovelas de elevado rating, lleva a cabo durante la entrevista una arrasadora crítica contra la sociedad chilena, los temas de las teleseries, los canales de televisión —en uno de los cuales trabaja—, las prácticas de la derecha, la Iglesia, los partidos políticos en general. Ni el presidente Ricardo Lagos sale con los huesos sanos de su molienda.
Buen seguidor de los intereses de La Habana, Falcón vuelve a contradecirse. Para él, Lagos no necesita una mejor relación con Cuba, pero —vaya precisión— exige que la apoye. En todo el diálogo no se mencionan los derechos humanos.
A pesar de que a la política chilena se le considera una de las menos corrompidas de América Latina, a este caballero le provoca "asco", y dice, por si no le bastara el vocablo anterior para definirla, que la encuentra "sucia", "demasiado cochina". |