www.cubaencuentro.com Viernes, 03 de septiembre de 2004

 
   
 
México: Sadam y los presos políticos en Cuba
por JOSé PRATS SARIOL
 

Según un informe publicado por The Guardian, el ex dictador iraquí Sadam Husein goza de una prisión a comparar con la de los presos políticos cubanos. La noticia difundida por AP, sin embargo, no moverá la enceguecida conciencia de quienes por fanatismo u oportunismo aún defienden el régimen de Fidel Castro.

S. Hussein
Sadam Husein: ¿escribir poesía, arreglar jardines y leer el Corán?

La información de Bajtiar Amin, ministro de Derechos Humanos en el nuevo gobierno interino de Irak, debería llegar, por ejemplo, al médico Oscar Elías Biscet o al escritor Raúl Rivero… Imagino la expresión que los dos disidentes dibujarían en sus celdas ante las bondades que un asesino corrupto recibe. Los más de 300 presos de conciencia que se pudren en cárceles cubanas —homenaje al Auschwitz de Hitler— podrían soñar con la prisión militar estadounidense, al parecer cerca de Bagdad.

El cable es enternecedor. Aunque en confinamiento solitario, el amigo del Comandante disfruta de un cuarto de 3 metros de ancho por 4 de largo, casi una suite, en comparación con el hacinamiento enloquecedor que le regala el Ministerio del Interior a sus reclusos. Sadam —afirma Amin— cuenta con aire acondicionado. Debe de ser que el calor pérsico es distinto al de Kilo Prieto o Boniato o cualquiera de las decenas de cárceles que avergüenzan mi tierra.

Allí —cita conmovedora— "Sadam y otros detenidos reciben desayuno y dos comidas calientes por día. Entre los postres figuran naranjas, manzanas, peras o ciruelas, pero al ex presidente iraquí le gustan también las galleticas y bizcochos de estilo estadounidense". ¡Ah, Cuba! ¿Qué podría hacer un relator de Naciones Unidas, una delegación de la Cruz Roja o una comisión del Parlamento Europeo en nuestro archipiélago?

No asombrarse, los cada vez más escasos viudos del 68 y del Che Guevara —que aún deliran por lo que fuera la revolución— dirán que los delitos de los condenados cubanos son mayores que los de Sadam. Por eso el masacrador de los kurdos "cuida un jardín durante un período de ejercicio de tres horas diarias, lee el Corán, "tiene acceso a 145 libros, en su mayoría novelas o libros de viaje, donados por la Cruz Roja".

El verdugo de los shií, tras perder guerra tras guerra, también escribe poemas. Parece que uno dedicado a su antiguo amigo Bush padre… Y mientras escribe y escribe, funcionarios internacionales que han tenido acceso a él, aseveran que el buen señor goza de perfecta salud, de cuidadosa atención médica contra la hipertensión, la infección crónica de la próstata, y desde luego la poesía.

Nada —paradojas de la historia—, que ahora las organizaciones humanitarias del planeta deben rogarle al primer secretario del Partido Comunista de Cuba que sus presos reciban un tratamiento al menos cercano del que saborea Sadam. O tal vez pedirle a Dios que el próximo viernes 13 de agosto, cuando cumplirá otro largo año, lo llame al infierno. Allí será un excelente consejero, un asesor perfecto, de los que saben bañarse de sangre y guardar la ropa, ocultar su única razón de ser: el poder absoluto.

O tal vez Dios, consecuente con su misericordia infinita, pueda perdonarle sus crímenes. Aunque yo, sinceramente, no pueda, no pueda olvidar a nuestros presos. No podría resistir que un Sadam Husein sonriera de burla, aunque nunca sería capaz de pedir a las autoridades iraquíes o de la Coalición que le tuvieran en una cárcel parecida a las cubanas.

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