www.cubaencuentro.com Viernes, 19 de noviembre de 2004

 
   
 
La Habana: Carta a Raúl Rivero
por ORIOL PUERTAS
 

Querido Raúl:

Al parecer nos han vedado el tiempo de las buenas noticias. Vuelvo a leer las palabras de clemencia que tu Blanca ha echado a volar una vez más por todo el mundo —detenidas, eso sí, en cada oído verdaderamente honesto de este convulso planeta—, con la fe de estar viviendo una pesadilla presta a terminar. Optimistas que somos algunos.

R. Rivero
Raúl Rivero: 'llamarán a tu puerta'.

A pesar de todo.

Qué lejos parecen estar aquellos años en que era justo creerse un soñador y aspirar a la gloria terrenal con un verso en la boca, listo para ser disparado a quemarropa ante cualquier canalla de ergástulas y paredones.

Qué hermoso —porque era hermoso, ¿verdad?— aparecernos inquiriendo por aquel a quien debemos la sobrevida para aspirar a un plácido crepúsculo o unas horas de conversación amena o simplemente un domingo de playa en familia en estos veranos de memoria cautiva.

Lejos, bien lejos. Pero aquellos eran otros tiempos. Pasar la vista sobre algunos poemas sabiamente coloquiales de Cierta poesía, aquel libro en el que dos palabras, revolución y amor, deletreaban un destino imperfecto pero todavía posible, me devuelve a ese hombre cuya esperanza ha sido puesta a prueba para salir otra vez airoso de cada uno de esos trances de la vida tensa como arco, peleada a plenitud.

Sé que pocos buscarán en este libro terco, duramente revelador de tu fe innata, antiguas huellas de otros clamores de paz y lucidez. Se equivocan. Se pierden perlas. Muchos alabarderos de ayer escudan su mediocridad y su cinismo en vanas glorias a la sombra de una lealtad confusa, difícilmente digerible pero fácilmente desmontable. Donde brilló la intensidad de tu coherencia, hoy han querido que reine la doblez de estos monarcas sin corona, con sus discursos en papel de olvido y sus botas de papier maché.

Yerran. Descuidan la anticipación de Llamarán a tu puerta, hondo poema dedicado a cualquier hermano latinoamericano y del mundo que sufra los rigores de cualquier dictadura. Como tú mismo. Como nosotros.

Describiste en él la saña de los gendarmes, el odio de los verdugos, la miseria del acto envilecido de pisar el hogar de un poeta noble, del más pleno de los seres humanos que la tierra acoge. Develaste tu fidelidad a la poesía. Dijiste:

"Cuando pienses que el corazón va a detenerse
cuando no haya rastro de la esperanza en tu memoria
llamarán a tu puerta, siempre llamarán a tu puerta.

Cuando estés abatido, paralizado por la noche de espera
casi seguro ya de que todo se acaba
alguien llamará a tu puerta
alguien te dará la contraseña.

Cuando te hayan torturado
cuando te arranquen a golpes de tu casa
cuando veas sólo ante tus ojos
la sombra de tus verdugos y tu sangre
no dudes, el mensaje está próximo
alguien te dará a beber agua fresca
alguien curará tus heridas
alguien recogerá tu sangre y tu bandera.

Cuando más lejanos, inalcanzables
te parezcan tus sueños
presta atención al viento
y óyelos venir en su ruido limpio y eterno.

Cuando te sientas solo en la lucha
hermano mío de América
escucha esta canción, recibe este mensaje".

Y este también es mi mensaje: sólo dolor veo, Raúl. Salgo a la calle y noto la angustia en tantos rostros de ciudad. Gente apagada, talentos anulados. Lo notarías también tú, si pudieras abandonar por instantes la frialdad de la celda. Se desangra el país con cada cubano que elige el exilio. Lo sabemos, pero no es justo oponernos. A quienes pensamos, como tú o como yo, que es preferible el cambio desde adentro y no impuesto desde extranjelandia, a pesar del alto precio que impone quedarnos, nos dejan sólo dos caminos, que es a su vez sólo uno: la prisión o la muerte.

Lejos han quedado aquellos tiempos en los que nos indignaban las atrocidades del fascismo como una ardua cicatriz en el ayer de cada hombre, sin imaginar jamás que un día lo sufriríamos en nuestro propio, querido país, vivo también ante nuestros ojos, con su carga de plomo y mentira, de escarnio y odio, de miedo y traición.

Vivimos un día del pasado. La oscura noche que quiere eternizarse. Sólo a golpe de libertad y amor podrá el futuro arrimarnos la esperanza. Y será esta nuestra mayor riqueza.

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