www.cubaencuentro.com Miércoles, 06 de abril de 2005

 
   
 
La Habana: Wojtila entre los cubanos
'Que Cuba se abra al mundo, que el mundo se abra a Cuba': ¿En qué ha quedado el llamado papal de 1998?
por MIRIAM LEIVA
 

Un hombre extraordinario ha fallecido. Karol Wojtila, humilde, fuerte, perseverante hijo de la querida Polonia, trascendió como Juan Pablo II, elegido de Dios, para guiar a hombres, mujeres, niños y ancianos; para iluminar a estadistas y pueblos; para contribuir a los cambios políticos y sociales determinantes del siglo XX, en particular en Europa del Este, de forma pacífica y sin revancha.

Su S. J. P. II
Juan Pablo II, durante su visita a Santa Clara.

Su estancia en Cuba, del 21 al 25 de enero de 1998, marcó un antes y un después; una visita largamente esperada y pospuesta por causas ajenas a su voluntad.

Por primera vez en Cuba, desde hacía décadas, el pueblo no debió ser movilizado con las habituales presiones para llenar las plazas o las calles de su recorrido. En cambio, el gobierno sí orientó a los militantes del Partido y la Juventud Comunista que participaran para dar señales de hospitalidad y tolerancia. Hacía muy poco había "corregido" la represión a la práctica religiosa y la persecución a los creyentes, quienes antes podían perder su derecho al estudio o al trabajo. No obstante, entre creyentes o no, la presencia del Papa concitó extraordinario interés y admiración.

Los cubanos tuvimos oportunidad de escuchar en vivo muchas verdades que estaban censuradas en nuestros cerebros, o que sólo podíamos expresar en círculos de amigos, con temor. Diáfanas ideas, desde la necesidad de que se brindara a la Iglesia posibilidades de llegar a sus fieles, hasta nuestros derechos y deberes como ciudadanos ante nuestra patria.

De esos días quedaron en nuestras mentes palabras imperecederas. "No tengan miedo de abrir sus corazones a Cristo, dejen que Él entre en sus vidas, en sus familias, en la sociedad, para que todo sea renovado… lo cual redundará siempre en beneficio de la Patria y la sociedad" (Aeropuerto José Martí, 21 de enero de 1998).

"No busquen fuera lo que pueden encontrar dentro. No esperen de los otros lo que ustedes son capaces y están llamados a ser y hacer. No dejen para mañana el construir una sociedad nueva, donde los sueños más nobles no se frustren y donde ustedes puedan ser protagonistas de su historia" (Camagüey, 23 de enero de 1998).

Respeto y tolerancia

El Papa pensó absolutamente en todos los cubanos, y se esforzó por llevar a nuestros corazones las posibilidades de alcanzar un futuro próspero y armónico:

"Desde aquí quiero enviar también mi saludo a los hijos de Cuba que en cualquier parte del mundo veneran a la Virgen de la Caridad; junto con todos sus hermanos que viven en esta hermosa tierra, los pongo bajo su protección maternal, pidiendo a Ella, Madre amorosa de todos, que reúna a sus hijos por medio de la reconciliación y la fraternidad" (Santiago de Cuba, 24 de enero de 1998).

Lamentablemente sus llamados fundamentales, en ciertos casos, sólo recibieron acogida protocolar, como podrá constatarse en las siguientes palabras, expresadas a inicios de 1998, y que en marzo de 2003 fueron respondidas con el arbitrario apresamiento de 75 pacíficas personas, condenadas a penas de hasta 28 años de cárcel, para incrementar hasta varios cientos los reos a los que se refirió entonces:

"El sufrimiento no es sólo de carácter físico, como puede ser la enfermedad. Existe también el sufrimiento del alma, como el que padecen los segregados, los perseguidos, los encarcelados por diversos delitos o razones de conciencia, por ideas pacíficas aunque discordantes. Estos últimos sufren un aislamiento y una pena por la que su conciencia no los condena, mientras desean incorporarse a la vida activa en espacios donde puedan expresar y proponer sus opiniones con respeto y tolerancia. Aliento a promover esfuerzos en vista de la reinserción social de la población penitenciaria. Esto es un gesto de alta humanidad y es una semilla de reconciliación, que honra a la autoridad que la promueve y fortalece también la convivencia pacífica en el país…" (El Rincón, 24 de enero de 1998).

Cada homilía, cada frase, cada palabra debería ser objeto de reflexiones. Y ojalá lograran mover las voluntades de dirigentes y dirigidos:

"La conquista de la libertad en la responsabilidad es una tarea imprescindible de toda persona… Esta liberación no se reduce a los aspectos sociales y políticos, sino que encuentra su plenitud en el ejercicio de la libertad de conciencia, base y fundamento de los otros derechos humanos" (La Habana, 25 de enero de 1998).

Desde esta pequeña isla, honramos de todo corazón al Papa Juan Pablo II por su infatigable dedicación a toda la humanidad, y muy en particular, por sus esfuerzos para propiciar un futuro venturoso al pueblo de Cuba.

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