El señor José Luis Zapatero, presidente del gobierno español, exhortó a las autoridades de Cuba a escuchar el llamado de un gran número de países democráticos, expresado en la Resolución de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, el pasado 14 de abril. Cuarenta y cuatro naciones la copatrocinaron (algunos países no tenían derecho al voto, pero manifestaron su apoyo como copatrocinadores) y la votación fue de 21 votos a favor, 17 en contra y 15 abstenciones.

Castro: '¿quién necesita apertura?'

El breve documento sólo pide que se permita el acceso a Cuba de la señora Christine Chanet, representante personal de la Alta Comisionada para Derechos Humanos de la ONU, y reitera la vigencia de las resoluciones aprobadas en años anteriores.

Es conocida la posición de diálogo constructivo mantenida por el dignatario desde su ascenso al poder en España. Mucho determinaron sus gestiones ante los países de la Unión Europea (UE) para el cambio, desde enero hasta junio de 2005, de las medidas de 2003.

Entonces, había sido la respuesta a la represión lanzada durante la Primavera Negra por las autoridades cubanas contra 75 pacíficas personas deseosas de ejercer su derecho a la libre expresión, y el injusto fusilamiento de tres jóvenes negros, quienes se rindieron luego de secuestrar una embarcación, sin hechos de sangre.

También, el señor Rodríguez Zapatero sugirió al gobierno de Cuba que no lleve adelante la confrontación con la UE. Felipe Pérez Roque manifestó en conferencia de prensa, después de la votación, que auguraba el retorno a la suspensión de las relaciones y los contactos nulos con las embajadas en La Habana, por invitar a sus recepciones a pacíficos opositores, y a las esposas y madres de los 75.

En realidad, las amenazas y diatribas contra la UE fueron asiduas desde que se conoció el copatrocinio del documento por los 25 miembros.

Frustrante debe resultar la posición de atrincheramiento y de injurias nuevamente asumida en La Habana. Lamentable respuesta a la rama de olivo tendida desde Europa y a las visitas de un alto funcionario británico y del comisario para el Desarrollo y la Cooperación Internacional de la UE; así como a las promisorias consultas para la entrada al Acuerdo de Cotonou o a la suscripción de un convenio de colaboración directa, como los existentes en todos los países de América Latina.