www.cubaencuentro.com Lunes, 04 de julio de 2005

 
   
 
La reggeatoncracia baila con Radio Reloj
Al igual que el régimen, el reggeatón consta de un solo movimiento: de adelante hacia atrás.
por JOSé H. FERNáNDEZ, La Habana
 

Ahora resulta que no les gusta el reggeatón. Así que enfilan sus cañones: le hacen campaña en los periódicos, lo expurgan en las discotecas, lo limitan al máximo en los medios de difusión, lo excluyen de las fiestas públicas, arrinconan a sus intérpretes del patio, y, en fin, tratan de convencernos de que este ritmo es ajeno a nuestros intereses, por violento, procaz e irrespetuoso.

Chicos
Reggaetón: ¿procaz, violento e irrespetuoso? (http://www.cubaton.com)

Pues nadie lo diría, ya que precisamente la violencia, la procacidad, el irrespeto, han marcado época en nuestra isla en las últimas décadas. Y no gracias a un ritmo simplón e intrascendente, sino al lenguaje de los discursos, las consignas y las disposiciones oficiales.

La diferencia radica quizá en que mientras el reggeatón nos invita a gozar durante un corto tiempo, por su carácter efímero, la reggeatoncracia del régimen nos ha mantenido en puro temblor durante 46 años, sin contar los que falten.

Va y la verdadera causa del entusiasmo con que acogimos el reggeatón no es otra que lo mucho que nos vamos pareciendo a este subproducto, mejunje monótono y mecánico, mediocre a conciencia, pues a sus promotores no les ha interesado recrear con originalidad la rica herencia cultural que le sirve de base, sino que sólo persiguen imponerse mediante la aprobación superficial, el golpe de efecto, la jerga que aplasta e incita, sin piedad por aquel que no quiera sumarse al baile.

Ya es sabido que para quienes viven con un martillo en la mano, todas las cabezas son clavos. Lo malo es que se olvidan de que también ellos tienen cabeza. Hasta que de pronto les cae el martillazo. Es lo que parece sucederle a nuestra reggeatoncracia con el reggeatón.

Luego de tanto improperio, de tanto enfoque pedestre, de tanta convocatoria intolerante y soez. Luego de tanta reducción a la brava de los meneos del otro, de las preferencias del opuesto, por más coherentes y mesuradas que fueran.

Luego de tanta ordinariez como respuesta a todo lo que difiere, lo alternativo. Luego de tanto inmovilismo amenazador y soberbio, de tanto no mover los pies para bailar un baile que no se baila, ya que es sólo un pretexto para que cojas al prójimo y/o para que el prójimo te coja, a nadie debe extrañarle que hayamos asumido como nuestro el desbarajustado reggeatón.

Lo extraño, en todo caso, es que no seamos sus creadores. Lo sorprendente no es que insistamos en bailarlo, a pesar de los reparos del régimen, sino que hayamos permanecido tanto tiempo sin aligerar el esqueleto ante el avasallamiento (verbal y de actos) conque la reggeatoncracia nos impone su coreografía arrítmica y estática.

Digamos, pues, que aunque otros lo firmen, el reggeatón es hijo natural de la reggeatoncracia. Entonces, ¿qué sentido tiene que a estas alturas de la fiesta se nos bajen con tanto alboroto, tal pudicia y tan inconsistente empeño en su descalificación?

Si lo cocinaron, lo justo será que ahora se lo coman. Con música o sin ella. De cualquier manera, el reggeatón, como la reggeatoncracia, consta de un solo movimiento: de adelante hacia atrás. Así que puede ser bailado hasta con Radio Reloj.

Referencias
Limitaciones en la Isla al ritmo reggaeton
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