www.cubaencuentro.com Lunes, 04 de julio de 2005

 
   
 
Barcelona: Egiptomanía
De La Habana a la Ciudad Condal, pasando por México: el culto a la cultura y las tradiciones del antiguo Egipto.
por MANUEL PEREIRA
 

La Habana y Barcelona comparten una secreta obsesión: la egiptofilia. La Orquesta Aragón tenía una canción, un danzón chá de Enrique Jorrín, que se hizo muy famosa en mi infancia. Su título era Osiris. Dudo mucho que exista otro país en el mundo cuya música popular se detenga en un tema tan metafísico como escatológico. Y no es un hecho que debamos pasar por alto, porque la música cubana es la máxima expresión estética de la Isla, de hecho, su única "filosofía".

La Habana
Antiguo Centro Asturiano: sede hoy de la colección de arte egipcio del Museo de Bellas Artes.

La Habana atesora la colección del Conde de Lagunillas consagrada a Egipto, no hay otra igual en toda América Latina. Había allí una cabeza de Amón, de basalto negro, que como se comprobó en 1996, pertenecía a un torso decapitado conservado en el Museo del Louvre. Lo que da fe de la calidad y rigor de la colección habanera.

Antes esa galería estaba en la sala de arte antiguo de uno de los inmuebles que hoy ocupa el Museo de Bellas Artes, inaugurada en 1956. La puerta que daba acceso a la sala reproducía la entrada de una mastaba. Allí se acumulaban los vasos canopes de alabastro, los retratos de Fayum, papiros, estatuas, objetos funerarios… la colección también incluía piezas romanas, griegas, y hasta espejos etruscos. Allí me inició mi madre en mi particular egiptomanía siendo un niño.

Recientemente, con la ampliación del Museo, esa sala egipcia fue trasladada para el antiguo Centro Asturiano pasando a formar parte de las colecciones de arte llamadas "europeas". En el primer edificio sede del Museo de Bellas Artes sólo quedaron las obras de arte cubano. No deja de llamarme la atención que las autoridades culturales de la Isla engloben lo egipcio dentro de la europeidad. Sólo ellos sabrán por qué.

En Barcelona, la egiptomanía también ha adquirido carta de naturaleza. En la calle Valencia número 284 está el Museo Egipcio. Fundado en 1993, ya La Habana tenía su museo egipcio cuarenta años antes. Allí hay sarcófagos, se imparten cursos de egiptología, hay una librería especializada en temas de la cultura egipcia, una tienda con réplicas y reproducciones… Incluso, en El Cairo vive un catalán que inauguró allí un hotel, enloquecido con todo lo del país de los faraones.

Pero, desde luego, el país que más se parece a Egipto en América Latina es México con su culto a los muertos, sus pirámides, sus calaveras de azúcar, las esqueletadas de Guadalupe Posada… Los mexicanos también tuvieron su revolución. Lo que demuestra que todo intento de mejorar el mundo degenera en memento morti: desde la momia de Lenin hasta la revolución religiosa de Ajnatón o Akenatón pasando por la Calavera Catrina.

A lo largo de la historia

Menos mal que a los taínos no les dio por construir pirámides en la Isla. A pesar de lo cual nuestra egiptofilia asoma de vez en cuando a lo largo de la historia. La tumba de José Martí en Santiago de Cuba tiene aires de monumentalidad faraónica, al igual que la estatua de dimensiones abu-simbelescas del "apóstol" en la plaza de la revolución donde no podía faltarnos nuestro obelisco, que es la raspadura. Durante un tiempo se intentó crear a la cañona la tradición de que los recién casados se tomaran fotos al pie del busto de Mella, en las inmediaciones de la universidad.

Todo ese culto a los muertos, tanto martirologio, tanta funebridad programada, tiene entre nosotros su mejor reflejo en los cantos de plañideras de la Nueva Trova, tan ajenos a la alegre efervescencia de nuestra única música popular, que es la bailable. La costumbre de tirar flores en el Malecón para recordar al comandante Camilo Cienfuegos, supuestamente desaparecido en el mar, tiene un regusto asiático, u oriental. Recuerda la ceremonia Loy Krathong, cuando los tailandeses rinden honor a la diosa del agua haciendo flotar pequeñas "barcas" con velas, monedas o flores en las vías fluviales.

En el Museo del Ministerio del Interior de Miramar hay incluso un Anubis, un perro pastor alemán disecado que fue adiestrado por el KGB para combatir fielmente al enemigo. En algún momento, los gobernantes de la Isla estuvieron a punto de exhibir dentro de una urna las manos amputadas y momificadas del Che Guevara. Todavía está por verse qué clase de taxidermia están preparando para Fidel Castro después de su fallecimiento.

Como se ve, la necrofilia emerge de vez en cuando en el espíritu nacional, ya sea como jactancia o como frustración. Parece que, a falta de algo mejor que hacer, cualquier teleología es válida.

EnviarImprimir
 
 
En Esta Sección
La Habana: El fatum de Fayad Jamís
RAFAEL ALCIDES
Canarias: Trínquenme ahí ese poema
MANUEL DíAZ MARTíNEZ
La Habana: Deporte y libertad
ANA JULIA RIVERO
Editoriales
Sociedad
Cultura
Internacional
Deporte
Opinión
Desde
Entrevista
Buscador
Cartas
Convocatorias
Humor
Enlaces
Prensa
Documentos De Consulta
Ediciones
 
Nosotros Contacto Derechos Subir