www.cubaencuentro.com Lunes, 08 de agosto de 2005

 
   
 
Miami: Cuentas del pasado
El documental 'Seres extravagantes', estrenado recientemente en Miami, recoge testimonios de personas cercanas a Reinaldo Arenas, incluida su madre.
por JOSé SOROA
 

"Era ella, era igual que ella, algo como de piedra, y en medio del pedregal los ojos, abultados y saltando. El rostro de mi madre era cada vez más mi propio rostro: soy ella, soy ella, si no la mato rápido seré exactamente igual a ella". Esta aserción de Reinaldo Arenas extraída de la novela El asalto, la última de su famosa pentagonía (Celestino antes del alba, El palacio de las blanquísimas mofetas, Otra vez el mar y El color del verano) parece hacer eco y redondear perfectamente su connotación en el documental Seres extravagantes, de Manuel Zayas, dedicado al afamado escritor.

R. Arenas
Reinaldo Arenas.

Según sus propias palabras, la señora Oneida Fuentes, madre de Arenas, se muestra más inclinada a comprender los desmanes de una revolución cruel y obsoleta que a entender el sufrimiento de su difunto y único hijo:

"Él estaba amargado. Si se hubiese adaptado a la revolución hubiera triunfado. Ni yo lo comprendí, ni él me comprendió. Nadie en mi familia ha leído sus libros. (¿Por qué?) No les gustan. Sus razones tendrán".

Y de su padre ni hablar, resultó un acierto del realizador presentarlo tan fantasmal en el documental como lo fue en la vida del autor.

Después de estas confesiones filiales, Arenas me parece directamente más hijo de Dios, en quien nunca creyó, que de sus padres.

El documental anterior de Zayas, Café con leche, llenó todas mis expectativas, por lo que con gran ilusión fui a ver Seres extravagantes en el recinto Wolfson del Miami Dade Community College. La buena intención, el esfuerzo y la valentía de filmar en la Isla con un sinnúmero de inconvenientes, así como las precisas inclusiones de los discursos del dictador en el filme, son razones para un elogio sincero a este joven y prometedor cineasta cubano.

Sin embargo, algunos de los entrevistados manipularon hábilmente el rumbo del documental sin añadir novedad alguna sobre Arenas; más bien insisten, y enfatizan, en su necesidad de defenderse de los ataques verbales del escritor, al restar preponderancia a su obra y adquirir cada uno de ellos un protagonismo parasitario a través del filme. En su mayoría eran "amigos" adversos del escritor.

El antagonismo de Arenas con los entrevistados era unas veces real, otras idealizado, otras virtual. Estas personas nunca se granjearon un nivel aceptable de confianza en la siempre alerta y justificada paranoia del escritor: lo atestigua su literatura. Y ellos actuaron consecuentemente: aprovecharon la cobertura de la película para saldar sus cuentas del pasado con Arenas.

El tema del rencor subyacente en su obra es un detalle que los presuntos amigos coinciden en señalar. Definitivamente, es mucho más saludable un rencor trasuntado en literatura que un perdón rebajado a la demagogia, como lo practican muchas personas. No olvidemos que la demagogia siempre ocupó un lugar predominante en la antípoda de la vida y la creación del autor de Antes que anochezca.

Las voces

De todos los testimonios del documental, los más auténticos fueron los de la actriz Ingrid González y su hijo.

Resultó muy conmovedor ver al poeta Delfín Prats, envejecido y sin dientes, viviendo como un réprobo en un bohío de piso de tierra, sacando agua de un pozo de la época de la Colonia. Recuerdo la última vez que lo vi hace más de veinticinco años por el Paseo del Prado, cuando me mostró un bellísimo poema dedicado a la muerte del padre de un amigo.

La inopinada aparición de un guardia pidiendo el "carnet", en medio de la entrevista a Delfín, me reafirma que la represión sigue siendo a la revolución lo que la mariposa a la flor.

El documental presenta a personas relacionadas con Arenas que residen en la Isla. Ignoro las razones de las omisiones de Valentín Díaz Marzo y de Beba Carriles, madre de Lázaro Gómez, que hasta donde tengo información siguen viviendo en el célebre Hotel Monserrate, en la Habana Vieja.

Para ver al hombre-escritor hay que leer su obra. En ella vive y estará mientras no se incline en su contra la balanza de la inmensidad. Reinaldo Arenas es uno de nuestros más altos valores literarios ofrecidos a la literatura universal. Una realidad histórica que nunca podrá convertirse en un mito ni en un antimito.

El trabajo de Manuel Zayas hubiera alcanzado su clímax perfecto si hubiese ampliado su campo de acción y hubiera entrevistado a otros amigos de Arenas al otro lado del Estrecho de la Florida: a los hermanos Abreu, al matrimonio Camacho, Carlos Victoria, Lázaro Gómez Carriles.

Me parece impropio comparar este documental, de menos de una hora de duración, con la gran película Antes que anochezca, de Julian Schnabel, como pretendió uno de los presentadores. Declarar que Seres extravagantes es mejor que el filme de Schnabel, protagonizado por Javier Bardem, es un disparate que ni beneficia al documental ni degrada a la película.

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