www.cubaencuentro.com Lunes, 08 de agosto de 2005

 
  Parte 1/2
 
La Habana: Deporte y libertad
¿Por qué ha decidido exiliarse el voleibolista Javier González, un atleta que hipotéticamente podía haberlo ganado todo si permanecía en la Isla?
por ANA JULIA RIVERO
 

¿Por qué razón un deportista prefiere abandonar su vida activa como atleta antes de seguir viviendo en Cuba? ¿Por qué elegir el difícil camino hacia la incertidumbre de un exilio quizás muy prolongado, lejos de su familia, su cultura y su país, si además se puede acceder a determinados privilegios como integrante de una selección nacional, o sea, viajes, atenciones gubernamentales e incluso fama mundial?

J. González
Javier González, en Italia. (ANTENNATRE)

Esas son preguntas que fuera de la Isla se deben hacer muchas personas de espíritu despierto, no acostumbradas a dejarse embaucar por cierta prensa dominada por la izquierda nostálgica. Dentro de la Isla imagino que no, pues, por suerte, cada vez crece más el descontento hacia el actual estado de cosas y han dejado de ser sorpresivas las noticias de "deserciones" de atletas, artistas, científicos y hasta políticos.

A pesar de ello, el reciente caso de Javier González, armador del equipo nacional cubano de voleibol, nos instala de nuevo en un debate, no apagado del todo, sobre las dificultades de la vida en Cuba, cuyas dimensiones trascienden la mera actualidad deportiva en la Isla.

El joven González, hasta el momento de su fuga, era pieza clave en las aspiraciones del equipo con vistas a clasificar para los finales de la Liga Mundial en la presente temporada. Llevaba ya algunos años integrado al colectivo y había disputado numerosos torneos vistiendo la franela del Cuba, incluyendo los Juegos Olímpicos de Atenas, el pasado año. Junto a él estuvieron también, en varias competiciones, tres jugadores que igualmente decidieron abandonar la formación en 2004 y establecerse en el exterior: Yosleider Cala (solicitó asilo en Puerto Rico), Javier Brito y Maikel Salas (ambos escaparon durante un certamen en España).

Cuando las agencias dan tratamiento noticioso a estos hechos, a menudo utilizan las palabras "fuga" o "escapar". No es gratuito que lo hagan. En varias ocasiones los propios atletas han denunciado la fuerte vigilancia policial a que están sometidos cuando salen al exterior e incluso dentro de la Isla y en su propia casa. A veces ha bastado una llamada telefónica "extraña" —desde el extranjero, por ejemplo— para que un deportista sea expulsado del equipo donde milita y no pueda jugar más.

No olvidar los casos de los peloteros Kendry Morales, Bárbaro Cañizares, Maels Rodríguez, Jorge Luis Toca y Oscar Macías, entre otros. De modo que cuando deciden radicarse en el extranjero, su gesto tiene todo el rigor de una fuga, como si de un prisionero se tratara.

El décimo en tres años

González pidió asilo político en Italia luego de que su equipo disputara uno de los partidos de la Liga Mundial. Alegó que en Cuba "no es posible tener garantizados los derechos humanos, la libertad de hablar como lo estoy haciendo ahora", según divulgó un sitio web italiano. Otras publicaciones en Internet y también varios aficionados recordaron que es el décimo jugador de voleibol cubano que abandona su equipo en los últimos tres años. Una vergüenza para Fidel Castro. Y todo un escándalo del cual los medios oficiales aquí ni se tomaron el trabajo de mencionar.

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