www.cubaencuentro.com Viernes, 28 de octubre de 2005

 
  Parte 5/6
 
En primera persona
Sanidad y alimentación: Los sueños del Comandante y las pesadillas de la población.
por ESTEBAN GUTIéRREZ, La Habana
 

El robo, deporte nacional

Pero no sólo se roba en las farmacias y laboratorios, el robo principal se realiza en los propios hospitales. Los testimonios de las personas que trabajan en los centros de salud son impresionantes. De los hospitales y policlínicos de La Habana se han robado y roban: medicinas, comida, sábanas, bombillos, toallas, jabones, bisagras y pomos de puertas, materiales de oficina, guantes de cirugía, jeringuillas desechables, yodo, gasa, vendas, balones de oxígeno y el "flumíter" o regulador de oxígeno (a la casa de una amiga llegó una persona vendiendo uno y, para asegurarle que funcionaba bien, el "vendedor" le dijo: "es del Hospital Oncológico"), sillas de ruedas, aires acondicionados, piezas de auto (de las ambulancias que, por cierto, prácticamente no existen), computadoras, etc.

Hace poco estaba en un policlínico recién inaugurado, buscando al oftalmólogo que, por supuesto, jamás apareció, y una persona me confesó que acababa de realizar sus necesidades fisiológicas en un apartado rincón del segundo piso, porque llevaba cuatro horas esperando por el médico, tenía deseos de ir al baño y todos estaban cerrados con llave porque, le explicaron, la gente se robaba "cosas". Yo me pregunto, ¿qué puede robarse de un servicio sanitario?: ¿un inodoro, pilas, un lavamanos? Eso, ¿nadie lo ve?, ¿no pueden controlarlo y lo único que se les ocurre es clausurar los baños?

Y ahora, como el Comandante decidió, casi de la noche a la mañana y sin encomendarse a nadie (la Asamblea Nacional y el ministro de Salud Pública están, literalmente, "pintados en la pared") reparar todos los hospitales de la capital a la vez, porque se dio cuenta de que no podía atender a los extranjeros en sus centros de salud, malolientes, sucios y destartalados (a sus amados compatriotas sí, ya están acostumbrados a la mugre y al desastre…), pues ahora la gente va a los hospitales a comprarle a los trabajadores de la construcción materiales de las obras, como si fueran a una ferretería: cemento, azulejos, inodoros, lavamanos, pintura, etc.

Pienso que, quizás, lo único bueno que saldrá de esto son las inversiones capitales que se están llevando a cabo en estas edificaciones (si no nos ponemos a pensar demasiado en la calidad), abandonadas durante 46 años a su suerte, aunque no podemos "cantar victoria". Inicialmente se dijo que el Hospital Ameijeiras daría servicio a un 50% de cubanos y un 50% de venezolanos, pero ya se sabe que está dedicado en su totalidad a venezolanos y sólo se atienden algunos cubanos muy especiales, que utilizan poderosas influencias.

También resulta sospechosa la construcción, al lado de cada hospital, de hoteles para extranjeros. Es posible que el extranjero que ingrese en un hospital reciba una atención mucho más esmerada que la del cubano "de a pie": mejor comida, mejores medicinas, salones con aire acondicionado, televisores, etc., y la prudencia revolucionaria aconseja que esas cosas no se sepan.

Operación de cataratas: ¿nueva modalidad olímpica?

La famosa Operación Milagro, otro proyecto pantagruélico y disparatado de nuestros ilustres presidentes, requiere de un análisis especial. No hay que ser muy inteligente para saber que operar cataratas no es lo mismo que producir salchichas. Tengo entendido que en Cuba se hacían, anualmente, unas 6.000 operaciones de cataratas, aunque no puedo confirmar este dato.

Otra vez, como con una varita mágica, el "genio de las matemáticas", como lo llamó su amigo Chávez antes de partir hacia Jamaica en agosto (mejor no le recordemos a Chávez la famosa Zafra de los 10 millones de toneladas de azúcar, que debía realizarse en 1970, y un montón más de sus inspiradas cuentas que han acabado con la economía de esta infeliz islita), decidió multiplicar esa cifra en muchas, muchas veces, hasta elevarla a la disparatada suma de 6 millones de intervenciones quirúrgicas de cataratas en 10 años (o sea, 600.000 anuales).

Al principio se dijo que los convenios con Venezuela en el campo de la salud formaban parte del pago que Cuba le hacía por los envíos de petróleo a precios preferenciales que el presidente Chávez había otorgado. Bien, se puede entender que un país pobre, que no tiene recursos, pague con lo que pueda. Pero una cosa es brindar una colaboración organizada y racional y otra es desabastecer al país de médicos, enfermeras (os), estomatólogos (las enfermeras de los policlínicos dentales están recibiendo cursos intensivos emergentes para… ¡realizar empastes…!), oftalmólogos, etc., y ofrecerlos a todos los confines del universo, como están haciendo Chávez y Castro.

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