www.cubaencuentro.com Martes, 24 de febrero de 2004

 
  Parte 1/3
 
¿Por qué temerle a este manso tigre literario?
Palabras de Patricia Gutiérrez-Menoyo, presidenta de la Editorial Plaza Mayor, en la Feria Internacional del Libro de La Habana, donde protestó por la negativa del gobierno a permitir la entrada al país del laureado escritor Luis Manuel García.
 

La Habana,13 de febrero de 2004

Hace apenas cinco años, la Colección Cultura Cubana no era siquiera el embrión de una idea abstracta. Acaso era sólo un sueño que me acechaba en las noches. Sueño constante como un verso rimado, como mezcla de encanto, fastidio y desafío. Por las mañanas, las tareas normales de la Editorial Plaza Mayor se encargaban de ahuyentarlo de mi cabeza por unas horas, separándome de aquella obsesión de iniciar lo que muchos me auguraron sería una empresa imposible.

El éxito del tigre

Pero la noche era puntual. Con ella, persistente y conminatorio, regresaba el sueño de hacer realidad esta colección.

Un día, soñador aun más incurable que yo, mi padre, Eloy Gutiérrez-Menoyo, me dijo que nunca debería desestimar los sueños. Hoy, cuatro años y más de 27 libros después, comprendo que los sueños no son sino avisos que la realidad suele emplear para ayudarnos a plasmar las cosas.

Encontrarnos sobre el papel, hacer cada vez más difusa la línea que propone dividirnos entre cubanos de "acá" y cubanos de "allá"… he ahí el propósito y el compromiso sobre los que se centra la tarea de la Colección. Es también la idea de insistir en la preservación de lo cubano en medio de los vapuleos de la historia. Entender, insistir, defender el concepto de que la principal conexión de nuestro espíritu nacional es con su acervo, con su cultura. Reivindicarla a ella como propiedad común e inexpropiable, anterior y superior a cualquier ideología o a las concepciones políticas de moda o a las estéticas de turno.

Las tormentas van y vienen, pero cada vez que el hombre se sobrepone y consigue mirar en calma a su alrededor, descubre que lo permanente es lo que lo identifica; que tras la lluvia las señales quedan claras sobre la tierra, que nada puede confinar o detener la creación. Decía William Burroughs que hay una sola cosa de la que un escritor puede escribir: "lo que está ante sus sentidos en el momento de escribir".

Exagerado tal vez, nuestro querido Burroughs, es esta acepción tan sensorial, pero suele ser por ello que los creadores, como el animal que anticipa un sismo, nos alertan sobre la deshumanización, los excesos de la autoridad, la desconexión que engendra la tecnología, la brutalidad de la guerra y la urgencia constante de defender a toda costa la necesidad de libertad.

Tengo mucho que celebrar con ustedes hoy. Sobre todo con nuestros escritores que presentan libros. Muy especialmente con Gregorio Ortega cuyo manuscrito Cundo Macaoresultó ganador de nuestro Premio Novela Colección Cultura Cubana de Plaza Mayor.

He aquí, con estas noticias, una intersección de estilos diversos, un ejercicio colectivo, pero libre y asimétrico, de un grupo de autores que no responden, necesariamente, a una visión teórica homogénea, pero que sí responden a Cuba, a lo cubano, a lo mejor de nuestra cultura. Eso, me parece, es lo que debe primar, promover y animar toda iniciativa cultural que se respete en su libertad creativa y en el amor por esta tierra.

Sin embargo, en la novela Las voces y los ecos, de Aida Bahr, en la obra Yo conocí a Benny Moré, de Félix Contreras, en las novelas de Alejandro Aguilar, de Antonio Álvarez Gil y de Gregorio Ortega, La desobediencia, Las largas horas de la noche y Cundo Macao o en lo que recoge Ramón Fajardo en la biografía Yo seré la tentación. María de los Ángeles Santana, que presentaremos el próximo lunes en la sala de conciertos de la Basílica y Convento de San Francisco de Asís, existe un continuum de la cubanidad que no es un supuesto insignificante, sino una manera de expresar una esencia, de proyectarla y constatarla: la esencia de lo nuestro, de lo cubano, de nuestra cubanidad.

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