¿Tienen idea de por qué La Habana dio el visado a estos invitados y se lo negó a los miembros del Grupo Parlamentario del Partido de los Socialistas Europeos?

Las autoridades ya conocían que estos invitados venían a la Conferencia, pero ellos vinieron con visa de turistas. No parece ser el caso de los eurodiputados. De seguro, por razones comprensibles, éstos deben haber solicitado un visado oficial, no lo sabemos con certeza, y es claro que a una organización no reconocida legalmente no se le da capacidad oficial. En cualquier caso, el impacto de dos eurodiputados que vienen a Cuba a nombre del Grupo parlamentario del PSE a un evento de la izquierda democrática tiene mucha entidad política para ser tolerado por las autoridades cubanas.

Los grupos de izquierda en el Parlamento Europeo se opusieron a que le fuera otorgado a Oswaldo Payá el premio Sajárov 2002. Sin embargo, el Grupo Parlamentario del Partido de los Socialistas Europeos decidió enviar una delegación a la Conferencia de la CSDC. ¿Existe un apoyo internacional dividido según sectores de la disidencia interna?

Una mirada rápida podría traer esa conclusión, pero no lo consideramos así. Lo que sí es claro es que la izquierda europea está mirando con detenimiento y atención a sus iguales dentro de Cuba. A quienes tienen un compromiso serio con el socialismo democrático y merecen el apoyo de su familia política. Si se celebra un evento en Cuba que merece la atención de los que luchan en el mundo por los mismos propósitos e ideales que animan a los socialdemócratas cubanos, es lógico que las respuestas sean de un compromiso positivo con nosotros. La decisión de la izquierda europea responde a sus propios tiempos políticos y no creemos que tenga la intención de dividir sus apoyos ideológicamente.

¿Cuál es la postura de la CSDC respecto al Proyecto Varela?

De respeto y claro apoyo moral, pero no político, porque la CSDC cree que no pueden ni deben producirse cambios fundamentales sin diálogo político. Por lo tanto, es necesario que los adversarios se sienten a conversar sobre todos los temas, incluyendo el tema de las elecciones libres como premisa de una transición activa a la democracia. El diálogo como preámbulo de los cambios es la lección más clara de todas las transiciones pacíficas que han sido. Nosotros apostamos, por otro lado, en la dirección de una transición gradual y pactada y hacia lo que llamamos política-proceso, lo que supone la invención en Cuba del sujeto de derechos y del ciudadano político que requieren los cambios democráticos. Unas elecciones libres inmediatas se producirían sin la existencia de los puentes de la sociedad civil hacia las instituciones democráticas. En materia de libertades se puede avanzar ya, desde ahora, para construir un proceso democrático que tenga como punto final unas elecciones libres. No creemos que debemos comenzar por elegir a los gobernantes —tampoco creemos que existan las condiciones para ello—, sino por definir la naturaleza del poder entre gobernantes y gobernados. Y esto nos remite a la asignatura pendiente de los derechos humanos y del necesario pacto social y político en torno a ellos. El Proyecto Varela se define —con toda legitimidad dicho sea de paso— hacia un maximalismo y una inmediatez en el cambio total que requiere algo así como una revolución, que en Cuba no sería de terciopelo. De terciopelo puede y debe ser la transición, y para nosotros esto requiere más gradualidad.

¿Qué opinan del respaldo internacional que están recibiendo la iniciativa y su principal promotor? ¿Qué efectos traería este respaldo al resto de la oposición cubana?

Creemos que es muy importante y un reconocimiento merecido a quien lleva años luchando por la democratización de Cuba. La oposición viene necesitando de esos claros apoyos, y éste de seguro seguirá descorriendo las cortinas para ver a una oposición más madura, que va más allá de los grupúsculos y de los partidos-taxi. El hecho de que el Proyecto Varela haya concitado el apoyo de 11.000 ciudadanos es un hecho de los más significativos en estos últimos 44 años. La oposición es ya una realidad en el mapa político de Cuba, que sólo un error en la mirada perspectiva podría ocultar.

¿Existen dentro de la oposición cubana propuestas alternativas al Proyecto Varela?

Existen otros proyectos. Pero diríamos que más que alternativos son complementarios. La Asamblea para Promover la Sociedad Civil es uno de esos proyectos. El Anteproyecto de Carta de Derechos y Deberes Fundamentales de los Cubanos, en el que han participado ya más de 30.000 cubanos, es otro. Ambos son complementarios. Si la Asamblea busca reunir a la sociedad civil en una especie de parlamento clásico, la Carta busca definir, preparar y cohesionar al sujeto de derechos que puede apoyar tanto al Proyecto Varela como a la Asamblea. Dicho sea de paso, la Mesa de Reflexión de la Oposición Moderada —a la que pertenece la CSDC— puso a un lado provisionalmente su propuesta política recogida en la Plataforma Común porque entendió que había que salir a buscar, inventar y reconstituir a ese sujeto de derechos sin cuya participación no habrá cambios esenciales en Cuba.

¿Qué papel aspira a desempeñar la CSDC en un futuro gobierno democrático en Cuba?

Representar, junto a otras fuerzas, a la opción socialdemócrata frente o al lado de otras alternativas. Trabajar por una democracia de consenso en la que ninguna alternativa política busque imponer su hegemonía —la competencia política por la competencia misma no creemos que será productiva en Cuba, por razones históricas y culturales—, e intentar que su agenda se cumplimente como gobierno o en la oposición.