www.cubaencuentro.com Jueves, 13 de noviembre de 2003

 
  Parte 2/6
 
De la noche a la mañana
'Confío en que estamos llegando al final de la tragedia cubana':El ex comandante Huber Matos explora el pasado y adelanta su visión del futuro nacional.
 

Una pregunta que se hacen quienes miran desde fuera lo que sucede en la Isla, y hasta los propios cubanos, es la de cuándo el proceso abortó y se convirtió en dictadura…

He tenido que ir buscándole explicaciones a lo que ocurrió. Si yo hubiera sospechado que Castro era ese individuo que iba a traicionar al país, habría ayudado a eliminarlo o no habría ayudado a que creciera el monstruo. Pero Castro se mostraba humilde, idealista.

Algunas veces yo tenía mis dudas, porque asumía actitudes despóticas. Me preguntaba: "¿No estaremos ayudando a subir a un individuo que después nos va a costar caro?". Pero al otro día, si él se daba cuenta de que me había dado motivos para que me tornara escéptico y desconfiara, venía humilde, como si fuese un pobre monje. Me decía: "Concho, Huber, a veces tú me verás a mí con mis exabruptos, pero para construir el futuro de Cuba tenemos que sacrificarnos hasta lo último, para cumplir todas nuestras promesas. Nosotros podemos hacer de Cuba una nación puntera en América por las virtudes del pueblo, la fertilidad de nuestras tierras, las condiciones del clima…". Y entonces, con aquella retórica, daba la impresión de ser honesto. Yo pensaba: "Bueno, veo dos caras distintas, pero vamos a pensar que sí, vamos a concederle el beneficio de la duda".

Cada vez que veía aquello de las siembras de marihuana y su vinculación con los cosecheros, pensaba en lo repugnante que era. Me indignaba y alimentaba mis dudas, pero después pensaba: "No podemos querer que todo sea como uno quisiera que fuera. Tenemos que recurrir a la violencia, un método necesario que no debemos soslayar. La meta justifica estas cosas".

Una vez lo vi explotarse con un pobre arriero que nos trajo gasolina del llano a la Sierra, para que funcionara la plantica eléctrica que alimentaba la estación de radio. Después que descargó horrores sobre el pobre hombre, le comenté: "Fidel, ¿tú te has dado cuenta de todos los disparates que le has dicho a ese hombre?". Se quedó callado. Pensé que sería cobardía no seguir apoyándolo y traté de ayudarle a que no incurriera en malentendidos sobre el compromiso que teníamos.

Pienso que desde entonces él tenía decidido quedarse en el poder a cualquier precio, mientras que Raúl y el Che sí debieron pensar en establecer un sistema comunista y hacer algún tipo de juego para enemistarse con los americanos y buscar el apoyo militar, político y económico de la Unión Soviética, que en definitiva fue lo que ocurrió. El propio Guevara me confesó durante una discusión —de cierto modo amistosa—: "Es posible que yo sea un marxista, pero no a la manera soviética, porque yo nunca aceptaría una cosa parecida a lo que están estableciendo los soviéticos".

En el año 59 conversé con Fidel del problema del comunismo, porque los que eran coordinadores provinciales del Movimiento 26 de Julio me dijeron: "Huber, tú que tienes acceso a Fidel plantéale esto, tenemos preocupación", y algunos oficiales de las Fuerzas Armadas nos decían: "Están metiendo gente del Partido Comunista, que no hicieron nada en la lucha, los están metiendo a oficiales".

A mí me mandaron a dos oficiales del Estado Mayor para la provincia de Camagüey y me di cuenta de la jugada. Incluso alguna vez fue Fidel a la televisión y dijo: "Y los comunistas creen que este proceso es de ellos, eso no es así, yo sé que están apoderándose de tierras por ahí, pero esto no es así, aquí todo tiene que ser por la ley. Esta revolución no es roja ni nada de eso, es verde como las palmas".

Fidel debe haberle dicho a Raúl y a Guevara y a otros más por ahí: "Vayan ustedes pactando a plenitud con el Partido Comunista y comprometiéndose para tenerlo de nuestra parte como cuadro para desarrollar el sistema". Y si los americanos decidían invadir Cuba por esa razón, él tiene que haberse dicho: "Si ocurre tal cosa los quemo, voy a la televisión y digo: Aquí hay esto, pero yo no soy el padre de esta criatura de engendro comunista que está surgiendo". No los metía en la cárcel, ni los fusilaba, pero hubiera hecho un simulacro.

Fue una conspiración de los tres para establecer un régimen totalitario que le permitiera a Fidel hacer de Cuba un feudo, y complacerse él mismo con su ego. Si el fascismo hubiera estado de moda, se hubiera hecho fascista, no tengo la menor duda. Después conocí que durante el tiempo que había estado preso, y probablemente durante su juventud, fue un asiduo del famoso libro Mi lucha, de Hitler. Marxista sí nunca fue.

1. Inicio
2. Una pregunta que se hacen...
3. ¿Entonces tomó esa...?
4. Eso usted lo expone...
5. Estoy seguro que lo apoyaría...
6. Hay gente allí que se...
   
 
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