www.cubaencuentro.com Viernes, 18 de julio de 2003

 
  Parte 3/3
 
Pollo a la escaramuza
Mientras los norteamericanos se preparaban para derrocar al hermano régimen iraquí, el Comandante decidió golpear la retaguardia del enemigo.
por ENRISCO, New Jersey
 

En cuanto a los detenidos en menos de dos semanas, ya se les ha celebrado juicio e impuesto condenas a parte de ellos. Tanto apuro pudiera hacer pensar en que de la prisa que se den los tribunales castristas depende que los norteamericanos sean rechazados en Bagdad. Pienso que sería provechoso que la mayoría de las empresas cubanas dieran cursos de eficiencia laboral con los tribunales de delitos contra la seguridad del Estado. Hay que ver la rapidez, precisión y el aceitado trabajo en equipo entre fiscales y jueces. Un buen ejemplo es el proceso al que fueron sometidos el autotitulado poeta Raúl Rivero y el no menos autotitulado periodista Ricardo González Alfonso. Los cargos criminales que se les imputaron ni siquiera están relacionados con la producción y venta de coquitos acaramelados. Se les acusó esencialmente de escribir con nocturnidad y ensañamiento artículos sobre la realidad cubana, para luego publicarlos en sitios de Internet del exilio y en periódicos extranjeros como El País y Le Monde, con el mercenario propósito de cobrar por sus colaboraciones. Así que ya saben el resto de los periodistas y corresponsales de El País y Le Monde en España y Francia: cambien su trabajo por otro menos cercano al concepto cubano de crimen contra la soberanía, pues con aquello de la extraterritorialidad va y piden su extradición a Cuba. Por supuesto, eso no quiere decir que en Cuba criticar al Gobierno sea considerado automáticamente como un acto criminal. Eso puede hacerse siempre y cuando se tenga la precaución de ingresar previamente en las filas de la Seguridad del Estado (Así que los corresponsales extranjeros en Cuba vayan y pidan su planilla de inscripción en Villa Marista, excepto por supuesto los que ya lo hayan hecho). Ejemplo de este sistema de disidentes autorizados son la agente Tania, el agente Ernesto, la agente Vilma y el agente Miguel, que han testificado en los juicios contra los lacayos del imperialismo. El agente Miguel, alias Manuel David Orrio, que era como se presentaba en su versión disidente, declaró en el juicio que se le seguía a Raúl Rivero que estaba muy triste porque ya no podría continuar como agente encubierto. Lo entiendo, el pobre. ¿Qué va a ser de Orrio ahora? ¿Cómo adaptarse al duro tránsito de escribir lo que le parecía como periodista independiente a celebrar los últimos logros en la cosecha de papa o de la batalla contra las malas hierbas? Y seguramente tendrá que pasar nuevos cursos de actualización en el sistema de "cálculo entusiasta" para no desentonar con el resto de sus nuevos colegas, excepto si se encarga de la meteorología. En ese caso utilizará el sistema de "calculo erróneo".

Y aún hay más cosas que sigo sin entender. A los autotitulados periodistas se les acusaba de poseer computadoras, equipos de fax, alfombras y (escuchen bien, carne de presidio de todo el mundo) ¡sillas plásticas!, y también de fundar organizaciones de "composición ilegal". ¿De qué sustancias ilegales están compuestas dichas organizaciones? ¿Acaso coquito acaramelado? Pero de todas las acusaciones si alguna me parece improcedente es la que acusa a los autotitulados periodistas de "desacreditar el sistema de gobierno cubano, sus instituciones y sistema social". Quiero dejar esto bien claro: si alguien no ha sido superado en "desacreditar el sistema de gobierno cubano" (como en tantas otras cosas) es nuestro queridísimo Comandante en Jefe. Y si seguimos el sistema de proporciones delito-castigo seguido por los tribunales cubanos, al Comandante en Jefe le vendrían a tocar 17 cadenas perpetuas y uno que otro fusilamiento. A menos que a última hora decida declarar que los desastres cometidos en los últimos cuarentipico de años han sido para encubrir su labor como agente encubierto de la Seguridad del Estado. Aunque tampoco se puede descartar que prefiera que lo condenen y así tener ocasión de estrenar una frase de este estilo: "Condenadme, no me importa. La historia me reconocerá como el gran ganador de la guerra de Irak".

Va y tiene razón. ¡Qué Orrior!

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