www.cubaencuentro.com Lunes, 18 de agosto de 2003

 
Parte 1/4
 
Carta a Domingo del Monte
por RAMóN FERNáNDEZ LARREA, Barcelona
 

Esbéltido y cerebrístico mecenas Domingo del Monte Aponte:

Tras mucho cavilar capilar —casi de modo cebáceo, con champú y loción— meditar, hurgar, imbuir, escarbar, agujerear e investigar, deseché la peregrina idea de haber conocido a un descendiente suyo en la televisión cubana del siglo XX. Decididamente Pelusín del Monte no tenía nada que ver con usted. Al terminar ese engurruñamiento de mondongo, a piñón
Domingo del Monte
fijo, donde las células grises "se agolpan unas a otras y por eso no se matan", me hice el firme propósito de no abusar demasiado de tales ejercicios, que suben abruptamente el cebresterol, y que han dejado a más de uno con la boca sacando la mano por la ventanilla para doblar a la izquierda y ciertos músculos en amarga impostura. Evito el terepe y canto, con júbilo de jubo, ese himno que inunda las sociedades modernas y que es reafirmación del gran animal interior: "Yo no cavilo más, cosa buena, yo no cavilo más". Más calmado ahora, tras vomitar leve y elegantemente por la lectura de un engendro que diz poesía de un espía preso, que en leyendo el peoma sospecho que su condena ha sido literaria y literal, me siento con fuerzas armadas para zumbarle todas mis modestas y enhiestas opiniones. Pues le decía, antes de caer abruptamente en el exabrupto de noble brupto, que ya andaba más tranquilo, y que en esa tranca quieta, controlando las palpitaciones que me recorrían en furioso tropel, me tropel con su figura omnisciente y le confieso que se me armó tamaño tropelaje (Me preocupa la palabreja "omnisciente", ¿no será uno de esos locos que sienten los omnis, los platillos voladores repletos de martianos y que han sido abducidos?). Bach, mejor sigo.

Como vivo en neblinoso venablo (el venablo no es aquel mamífero veloz, sino el palo afilado que lo atraviesa cuando se le atrabanca el cigüeñal), y en mi ardiente paranoia creo ver declinaciones que dejarían tieso a Sherlock Holmes, ya decanto —y también de frente, por qué no— que el espléndido grito tribal del Benny Moré, en que se maracaibeaba con maracas, alentando generosamente a Generoso el Tojo, y a quien quisiera, a bailar y a gozar con la consigna "mi son, Maracaibo, pa' que tú lo bailes", tampoco era alusión a usted, que siendo ya del monte había nacido en aquella tierra petrolera y bolivariana, allá en 1804, un año lindo y redondo para estar lejos de Europa, y si se podía, también de América Continental. No sé qué pensaron sus padres, aquel otro señor del Monte y su mamá Aponte para las cosas, que le dejaron una raya rauda a la hermosa Venezuela de sus zapatos, y aparecieron, isleños e islamios en la Isla seis años más tarde, con usted a bordo del borde, en 1810, por si a alguno no le han enseñado a sumar en las operaciones Robinsones.

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