www.cubaencuentro.com Lunes, 19 de julio de 2004

 
Parte 1/3
 
Carta a Lino Frías
por RAMóN FERNáNDEZ LARREA, Barcelona
 

Siguayárico y sonoro matancero Lino Frías:

Eso de que Dios hizo el mundo en seis días y al séptimo descansó, se lo mete un toro. Yo no trago. Es posible que pudiera hacer lo de las estrellas en un par de jornadas, con la desinteresada ayuda del Big Bang o como se llame, porque siempre ha demostrado su habilidad para la pirotecnia, pero ya lo otro es demasiado. Que le diera tiempo a fabricar el mar, los ríos, las presas, los embalses, el arroyo de la sierra, los glaciares, la gota fría, los pozos, los torrentes subterráneos, los pantanos, el efecto invernadero, la corriente del golfo y El Niño, es una tarea como de contingente.

Y luego, las plantas. Que le alcanzara el tiempo para sembrar, semillita a semillita, todas las variedades de este universo, y que todas tuvieran su estética, su utilidad, su color, su aroma, su espacio, su maceta, su cantero, su ciclo y su microclima, no lo pudo realizar ni Néstor Milí, y eso que bastantes especies incluyó en El yerberito moderno. O tal vez sí, y le puso tanto empeño a los animales y los vegetales que se vio apurado para entregar la obra en tiempo y forma, rayando en la fecha, apurado porque comenzaba el acto de clausura, y es por ello que el hombre le quedó como le quedó.

Lo cierto es que con los materiales empleados, el hombre le hubiera quedado hecho una mierda de todas maneras. Que eso sólo se le ocurre a una persona tan soberbia y prepotente, queriendo hacer todas las cosas Él mismo, sin ayuda de la Columna Juvenil del Centenario o del Ejército Juvenil del Trabajo o del Contingente Blas Roca. Uno que yo conozco, y que compite para homologarse con Él, siempre necesita el auxilio de otros descerebrados para concluir la tarea, que es deshacer todo lo que a Dios le costó elaborar. Porque por mucha saña, roña y mala digestión que se le ponga a la magna tarea, la historia ha demostrado que se necesitan más de 45 años para llevarla a buen puerto.

Ya en ese punto, viene entonces lo de echar a perder el resto de la cadena: transporte-economía interna. Y cuando piensas que ya lo descalabraste todo, y has puesto en extinción todo lo humanamente extinguible, un día te das cuenta de que todavía funciona La Sonora Matancera, aunque sea en la memoria de la gente, y te entra un desánimo tremendo, como lo demás fue inútil.

Así, mientras Dios seguía dándole toques a su chapucería, o se hacía el del pelo oxigenado cada vez que se le iba algo de las manos, usted se puso a tocar otra cosa, tal vez más útil y a mano —y con esto no comparo competencias, aptitudes, responsabilidades o poderes—, como el piano de la Sonora, allá por 1944, negros ambos, brillantes los dos. Y en ello hubo hasta un equilibrio, mire qué cosa.

En lo que el Supremo se ponía inclinado en su cantero celestial a hacer brotar el guaraná, el própolis —o propóleo— para que la gente se ocupara de sus giardias y dejara la bobería de la Batalla de Ideas, usted se ponía a revisar el santoral al dorso, pero el yoruba, que todo indica que le mostraba más confianza el tablero de Ifá que a las otras mojigangas. Asunto y elección personal, que no quiero que la Iglesia me excomulgue, aunque una raya más p'al tigre no duele a esta altura.

Mire que intento ser justo por pecadores, y no romper el equilibrio gástrico de este universo hecho con prisas de alguien no evaluado. Por eso creo que todo está más o menos en su sitio. Hasta lo malo. Porque si usted se pone a mirar, la misión del tigre, como depredador en jefe, es hacerle ver a uno lo sabroso que debe ser el venao por dentro, eso, en última instancia, digo yo, que cuando me da por sembrar pasiflora mental los martes no hay quien me detenga.

Usted sentado al mando de su instrumento —que tal vez inventó el otro, o sea Él, aunque yo nunca haya visto los diseños— y el Creador a golpe de coa o guataca, insuflándole vida al ginseng, para que los chinos y los coreanos suplieran la longitud del instrumento con la efectividad. Que un arcabuz no tiene que medir dos metros para ser mortal.

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