www.cubaencuentro.com Jueves, 21 de octubre de 2004

 
  Parte 2/3
 
Olimpiadas 9/11
El modelo socialista cubano ha mostrado su amplia superioridad en la hazaña de producir medallas con pocos habitantes y menos carne de res.
por ENRISCO, Nueva Jersey
 

Sí, porque esos africanos incansables, americanos veloces y australianos anfibios no sirven más que de decorado para que se advierta que en realidad no hay mejor sistema para tirar o golpear objetos o para pelearse con el prójimo que el modelo socialista cubano. A partir de ahí uno debe concluir que el modelo socialista cubano es el mejor… para tirar o golpear objetos o para pelearse con el prójimo.

Porque no hay que dejarse engañar por ese medallero en el que Cuba ocupa el lugar 11. Si uno se atiene a los cálculos proporcionales descubrirá, como lo hizo recientemente una empresa de estadísticas austriaca, que en realidad Cuba superó a Estados Unidos en número de medallas de acuerdo con la proporción de su población. Mientras a los americanos les tocó a razón de 2,8 millones por medalla, los cubanos deberán repartirse cada medalla entre apenas 415.715 habitantes. ¿Qué envidia puede dar a los cubanos el que se dice el país más rico del mundo, si la cola para coger su pedacito de medalla es siete veces más larga?

Bueno, hay un par de países que tienen una proporción mejor de medallas por habitante que Cuba: Bahamas y Australia. De todas formas es un dato confirmado que en aquellos lugares se come más carne de res que en Cuba, y no quedan dudas que tal práctica —la del consumo de carne vacuna digo— es un claro caso de dopaje, todavía legal, que beneficia a los países ricos en detrimento de los pobres.

De manera que si se sacan los cálculos de la proporción entre medallas, habitantes y consumo de carne de res per capita, puede afirmarse que Cuba es el país que necesita una proporción menor de habitantes y de carne de res para producir una medalla, seguida de cerca, eso sí, por sus más tenaces competidores en este aspecto: Etiopía y Kenya. La India, por su parte, aunque quedó demostrado que no había empleado un gramo de carne en la consecución de su única medalla de plata, quedó descalificada en este apartado por su número de habitantes (1.027.015.247, sin contar los amaestradores de serpientes).

Pocos habitantes y menos carne de res

El caso es que, como se ve claramente, el modelo socialista cubano ha mostrado su amplia superioridad sobre cualquier otro en eso de producir medallas con pocos habitantes y menos carne. Desde que nuestro Comandante tomó las riendas del país el número de medallas en los juegos olímpicos no hizo más que crecer en proporción directa con la caída del consumo de proteína animal per cápita.

Si no me creen, ahí están los números, que no me dejarán mentir. Ahí tienen los Panamericanos de 1991 y los Juegos Olímpicos de 1992, donde Cuba batió récords de medallas. Eso ocurrió justamente en los años de más difícil contacto con un bistec desde los tiempos de Weyler. A partir de los juegos de 1992 ha habido una reducción en el número de medallas, que no hace si no reforzar mi teoría antiproteínica (que sospecho que el Comandante comparte secretamente) sobre la superioridad del modelo cubano. Por eso a Ramón Fonst no sabremos perdonarle nunca no haber esperado al Comandante en Jefe para ganar más medallas olímpicas que cualquier otro compatriota, ni haber dejado a Cuba en la incómoda tercera posición por países que alcanzó en los juegos de 1904, detrás de Estados Unidos y Alemania.

Y tampoco le podremos perdonar que en 1900 Cuba quedara en el lugar 12 por países, apenas un puesto por debajo del alcanzado el mes pasado en Atenas. De cualquier forma, eso refuerza mi teoría de la relación entre población y carne de res, pues por aquel entonces todavía se vivía bajo los efectos del modelo Weyler, el gobernante español que redujo las reservas de cubanos y bisteces a nivel de muestra.

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