www.cubaencuentro.com Jueves, 21 de octubre de 2004

 
  Parte 2/2
 
El vellocino de poliéster
Del petróleo virtual a la vaca portátil: ¡Al fin habrá keroseno, camellos y chispetrén!
por ENRISCO, Nueva Jersey
 

Luego de una animada discusión —que termina con algunos hospitalizados— sobre si las que merecen ser consideradas bebidas nacionales se derivan del alcohol o del keroseno, los que quedan en las esquinas deciden que por si acaso deben ir haciendo una cola, aunque todavía inseguros de si para el keroseno, las capas de agua o los preservativos.

Y como la futura arribazón de petróleo beneficiará a toda la economía, algunos se van haciendo expertos en los precios de los hidrocarburos en el mercado internacional para determinar, por medio de complejísimos cálculos, cuándo será la próxima vez que aparecerá la malanga en la bodega. Hasta los anexionistas, miembros de la asociación YCH¡RN! (o sea Yankees Come Home ¡Right Now!), están de plácemes al considerar que el petróleo es lo único que le falta al comandante para ser tan malvado como Sadam Husein y merecer una futura invasión.

Vaca portátil o chiva con complejo de superioridad

El entusiasmo petrolero ha estimulado la capacidad creativa de la nación contagiando a sectores tan distantes como el de la ganadería. En una noticia reciente se daba a conocer que tras largos y tenaces intentos, un campesino cubano ha creado una vaca de pequeño tamaño que puede ser conservada en cualquier patio particular y, de esta manera, cada familia cubana poseedora de patio, o al menos de una bañadera espaciosa, pueda tener la leche al alcance de su mano.

No es la primera vez que se intentaba dar con la fórmula de la vaca portátil. En alguna ocasión, el propio comandante promovió estudios que dieran con la fórmula del animal conocido vulgarmente como "chiva con complejo de superioridad". Ha sido, no obstante, el esfuerzo solitario de este patriótico e inventivo campesino el que ha dado con tan prometedora solución a la escasez de leche. Muchas serán las ventajas de este hallazgo, calificado por Juventud Rebelde como "piedra de toque de la agricultura urbana". Se acabarán los viajes diarios al punto de leche, que pasarán a ser convertidos en Museos de Productos Lácteos, y los niños podrán crecer tranquilamente, e incluso cumplir siete años, sin temor a quedarse sin desayuno.

Podría añadir que esta revolución láctea ahorraría, de paso, combustible, pero es algo que en estos momentos a nadie preocupa. No obstante, tampoco hay que apresurarse. Tras el descubrimiento de la vaca enana por este digno sucesor de Niceto Pérez y de Gulliver, todavía queda por ver si su espécimen pasa por la prueba más difícil: comprobar cuánto tiempo puede vivir una vaca en un patio familiar sin que sea raptada por algún miembro de la sociedad secreta "Amiguitos del Bistec".

Algunos sugieren que la vaca bonsai quizás sea secuestrada la primera noche, pero la mayoría ha optado por no ser tan optimista: apuesta a que la vaca durará un máximo de 10 a 15 minutos antes de volatilizarse en cualquier patio. Se indica entonces que al diminuto ganado todavía le falta ser cruzado con el hombre invisible y así ponerlo a salvo de los "Amiguitos del Bistec". Aparte de la dificultad de encontrar al susodicho y luego convencerlo de las ventajas sexuales del ganado vacuno, los más suspicaces, en cambio, insisten en que tal cruce sólo servirá para propiciar el tráfico de carne por sistema braille y estafas como la de la venta del "pan con bistec invisible", que dejará pequeña a la otrora famosa estafa del bistec de frazada.

Mientras tanto, los argonautas de Repsol siguen con su búsqueda del vellocino de poliéster, exploración seguida devotamente por los esperanzados habitantes de la Isla. Aunque los encargados de las perforaciones están conscientes de la importancia de su trabajo, sienten que en la tensión de los nativos alienta algo más que la búsqueda del oro negro. Es como si esperaran que del pozo que perforan saliera café caturra, plátano microyet, leche o los dos millones de toneladas de azúcar que faltaron en la zafra del setenta, además de las esperanzas dilapidadas en el último medio siglo. O al menos esperan que salga chispetrén, eso sí, en cantidades suficientes como para sobrellevar apagones de 16 horas si al final no aparece el bendito petróleo.

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