www.cubaencuentro.com Sábado, 01 de enero de 2005

 
  Parte 2/2
 
Luna de miel en La Habana
¿Qué han estado haciendo todo este tiempo la Nación y la Emigración que sólo se han encontrado tres veces en 45 años?
por ENRISCO, Nueva Jersey
 

¿El día que concluya el 'bloqueo'?

Pérez Roque también habló de su idea del paraíso, que llegará el día que concluya el bloqueo. Según él, ese día los cubanos que residen en el exterior podrán viajar libremente a la Isla, invertir, quedarse a vivir, se acabarán los balseros y —aunque no lo dijo explícitamente, yo sé que lo estaba pensando— los inodoros de la Isla volverán a descargar con sólo tirar de la cadena.

Ese día lo estamos esperando todos, aunque haya quien se pregunte qué tiene que ver el embargo con eso, como no sea que la noticia de su fin provoque tanta alegría a Hipólito que lo mate de un infarto. Esa hipótesis está descartada desde hace unas semanas, cuando el médico de cabecera del mandatario explicó que el susodicho está preparado para vivir 140 años: desde ese día se han puesto de moda en Miami pastillas que aseguran que permitirán vivir 141 años. Yo, sinceramente, prefiero que me hibernen y me saquen para el 2066. No tengo paciencia para esperar tanto.

Como decíamos, el canciller cubano estuvo exultante. Repartió pasaportes y habló de lo infinita que será la libertad de viajar o de invertir en Cuba, siempre que se cumplan dos condiciones: que se acabe el "bloqueo" y que uno viva afuera (no fue especialmente exitoso en explicar qué tenía que ver el bloqueo con la posibilidad de viajar desde Europa o Australia, o por qué cuesta el doble llamar a Cuba que a las islas Feroe; ni la Emigración estaba demasiado interesada en preguntárselo).

Tampoco se habló de si se facilitarán los trámites migratorios para los cubanos de la Isla que quieran viajar a París o a Cayo Coco, o para los orientales que quieran residir en La Habana sin ser policías. O si se facilitarán las inversiones a los residentes en Marianao o Cabaiguán. Pero siempre habrá que recordar que de lo que se trataba era de la Nación y la Emigración, y no de complacer a cualquier mequetrefe que no sepa apreciar las amplias posibilidades que le ofrece su localidad.

En lo que sí se fue terminante es en que no se permitirá la entrada a quienes sostengan conductas dañinas o repugnantes a la patria. Duro debe ser ir a un consulado cubano a pedir el pasaporte y encontrarse con que la Patria lo encuentra a uno repugnante. ¿Repugnante como qué? ¿Como un coquito acaramelado o como un baño de terminal de ómnibus? Uno podría concluir que si la Patria tolera a Pérez Roque debe tener un estómago bastante resistente; pero de los gustos de la Patria no hay nada escrito.

Al final de la conferencia, los invitados de la Emigración asistieron a una recepción donde tuvieron su buffet y su ración de Comandante. Menoyo, el eslabón perdido de la Patria, no cogió cajita y se retiró apesadumbrado. Hubiera querido acercarse al centro de la Nación (léase Hipólito), pero la entusiasmada Emigración no se lo permitió. Me imagino qué es lo que hubiera querido decir y no pudo, porque es la pregunta que ahora mismo angustia a todos los que estamos del lado de acá sin ser Emigración: "Comandante, Comandante, ¿piensa que soy repugnante?".

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