La revolución bolivariana se alimenta de mentiras y trampas. Los voceros del gobierno aseguran que Chávez cuenta con el respaldo de por lo menos el 53 por ciento del electorado, "por lo que no existen posibilidades para que una oposición dividida logre su propósito de precipitar la renuncia presidencial". Sin embargo, todas las encuestas realizadas por agencias independientes señalan que la popularidad del mandatario no supera el 26 o el 28 por ciento.

Ni los chavistas se creen que su líder sobreviva a una consulta popular. Prueba de ello es que le torcieron el brazo a la Constitución, al asegurar que el presidente venezolano sería candidato en unas elecciones nacionales, en caso de que perdiera el referéndum. Varios juristas, incluso afectos al gobierno, han expresado que Chávez no podría lanzarse como candidato en caso de perder el revocatorio. Dilucidar esta cuestión es asunto del Tribunal Supremo de Justicia, pero de todos es sabido que este poder no es autónomo, como la mayoría de las instituciones del país.

Estafa petrolera

Como en todas las revoluciones, el discurso y la realidad están divorciadas. El gobierno asegura que los niveles de producción de petróleo se han recuperado, hasta alcanzar los 3,1 millones de barriles diarios. El país dejó de importar gasolina y la exportación de hidrocarburos volvió a los niveles anteriores a la huelga, afirman funcionarios del Ministerio de Energía y Minas.

Algunos expertos en el tema petrolero no son tan optimistas. De acuerdo con sus informes, la producción petrolera es de 2,4 millones de barriles por día (bpd). Muestran preocupación porque las refinerías funcionan a mínima capacidad, y por los accidentes industriales que son numerosos, ya que personal inexperto está tratando de echar a andar las plantas. Chávez ha despedido a 16.000 trabajadores de Petróleos de Venezuela (PDVSA) por participar en el paro, a los que ha sustituido por personal afecto al gobierno y militares.

Si se cree en la tesis gubernamental sobre la acelerada recuperación del sector petrolero, habría que preguntarse qué se ha hecho con los dólares provenientes de la exportación del crudo. De acuerdo con el oficialismo, en enero se exportaron más de 650 millones de barriles diarios, y en febrero superaron los 1,3 millones de barriles. Durante ese tiempo el precio del barril osciló en 30 dólares, lo que da un valor superior a los 1.700 millones de dólares por concepto de exportaciones de petróleo.

Desde el 22 de enero pasado —cuando el gobierno impuso el control cambiario—, las reservas internacionales del Banco Central de Venezuela (BCV) sólo han aumentado en 104 millones de dólares. La entidad bancaria no ha vendido reservas desde esa fecha. De acuerdo con el control de cambio, PDVSA debe vender al BCV los dólares que recibe de las exportaciones petroleras, lo que hasta ahora no ha cumplido. ¿Dónde está el dinero? ¿Habrá que añadir este desfalco a las numerosas demandas por corrupción que Hugo Chávez tiene en su contra?

El control de cambio ha golpeado el estómago de los venezolanos. El sector alimentario está en crisis porque hace 60 días no recibe ni un dólar para la importación de materias primas, insumos, fertilizantes y repuestos. Entre los renglones más deficitarios están: aceites, grasas, arroz, trigo, maíz y conservas de pescado. Precisamente los productos de mayor consumo por los sectores de bajos recursos, es decir, la mayoría de la población.

El gobierno bolivariano ha demostrado con creces que no le interesa el hambre y la desesperación de la gente. En lo único que se ha esforzado es en concentrar el poder para tratar de perpetuar una revolución corrupta. Esta situación es muy peligrosa porque si todas las salidas se cierran podría ocurrir el temido estallido que terminaría de destruir lo poco que queda de país, o mejor dicho, lo que los chavistas no se han podido llevar.