www.cubaencuentro.com Lunes, 30 de junio de 2003

 
  Parte 1/2
 
Un fantasma muy viejo ronda la OEA
La Organización de Estados Americanos recurre una vez más a la estrategia del avestruz frente al drama cubano.
por YAMILA RODRíGUEZ EDUARTE, Caracas
 

Como un viejo fantasma, La Habana se sienta a la mesa en reuniones donde no ha sido invitada. Su inquietante presencia provoca temor, simpatía o ira en los demás contertulios. Las discusiones sobre el aparecido nunca llegan a nada. Mientras, la Isla sigue pudriéndose.

OEA
Ceremonia de clausura de la XXXIII Asamblea General de la OEA (Roberto Ribeiro).

Desde hace muchísimos años el fantasma cubano viene apareciendo en las sesiones de la Organización de Estados Americanos (OEA), a pesar de haber sido expulsado de esta comunidad en 1962. El tema cubano ha sido discutido de manera reiterada por los 34 miembros del organismo regional, como quedó demostrado en la XXXIII Asamblea General, celebrada recientemente en Santiago de Chile.

Ausencia no quiere decir olvido. Los países americanos no olvidan que luego de 40 años la causa que le valió a Cuba la marginación de la OEA sigue viva: la incompatibilidad del sistema marxista leninista con la democracia. La simplicidad de la Carta Democrática de la OEA es tal que no admite segundas interpretaciones. "Los pueblos de América tienen derecho a la democracia y sus gobiernos la obligación de promoverla y defenderla", dice el texto.

Para Fidel Castro, la exclusión de la OEA representó un esfuerzo de los Estados Unidos por aislar internacionalmente a Cuba, como parte de la política de bloqueo a la joven revolución. Las palabras de Raúl Roa reflejaron la postura del Gobierno cubano: "Todas las declaraciones y postulaciones que aquí se han hecho en el sentido de que Cuba podía tener en el seno de la Organización de los Estados Americanos a la cual pertenece, protección y apoyo contra las agresiones de otro Estado americano, no han tenido aquí eco, resonancia, ni acogida alguna. Me voy con mi pueblo, y con mi pueblo se van también de aquí los pueblos hispanoamericanos".

Pese a que es tradición que el asunto cubano se discuta, aun sin figurar en la agenda oficial, los países miembros se muestran evasivos a la hora de condenar de forma contundente al régimen. Para algunos gobiernos es una forma de demostrar independencia frente a Estados Unidos, que generalmente presiona para que se condene a La Habana. La miopía política los lleva a reducir el drama cubano a un asunto bilateral entre los gobiernos de Castro y Washington. A lo que se suma el criterio de otros países que no le encuentran sentido sancionar a un país que no pertenece a la organización.

El tema cubano divide a los miembros de la OEA, al punto que no logran ponerse de acuerdo con respecto a asuntos básicos como la violación de los derechos humanos en la Isla. Hace unas semanas, en una reunión de embajadores de la OEA, sólo 17 miembros firmaron una declaración de condena a la reciente ola represiva desatada por el régimen de Fidel Castro contra la disidencia interna. Los restantes 17 integrantes se abstuvieron.

En los últimos tiempos algunos países de la región coquetean con la idea de que la OEA acoja nuevamente a Cuba, como un gesto de buena voluntad. Pero para otros el regreso del país con el mismo gobierno que fue expulsado resulta inadmisible. Los 40 años de ausencia no han hecho mella en el régimen de La Habana. 

Como era de esperar, en la XXXIII Asamblea General de la OEA finalizada el 10 de junio pasado fue el Secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, quien trajo el tema cubano a la mesa de debate, al expresar que la Carta Democrática de la OEA "señala que la gente de las Américas tiene el derecho a la democracia. No dice que la gente de las Américas, excepto los cubanos, tiene derecho a la democracia".

"La gente de Cuba espera que la OEA la ayude en la defensa de sus libertades contra los atropellos de la única dictadura de nuestro hemisferio", dijo Powell. En otro momento aseguró: "Mi gobierno busca trabajar con sus socios de la OEA para encontrar caminos que aceleren la inevitable transición democrática en Cuba".

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