"Estas sanciones implican que se ha detenido la colaboración con la UE, pero su impacto es pequeño, yo diría simbólico, de unos seis millones de dólares. El grueso de nuestras relaciones económicas con Europa se hace con el sector privado", afirmó Caballero en rueda de prensa.

El embajador defendió las detenciones de 75 disidentes, el pasado mes de abril, como "un endurecimiento de los instrumentos de defensa de la Revolución ante una amenaza exterior" y negó que el gobierno cubano no respete los derechos humanos.

Este mismo embajador Caballero fue uno de los que participó el pasado 24 de abril en una paliza contra un grupo de manifestantes que protestaban por las detenciones de los 75 disidentes pacíficos en Cuba, condenados a 1.475 años de cárcel.

Un camarógrafo de Televisión Española fue uno de los heridos en el enfrentamiento, que se produjo ante la Embajada de La Habana en París, durante una protesta de Reporteros Sin Fronteras (RSF), por la situación de los derechos humanos en la Isla.

El camarógrafo fue golpeado en el pómulo por personal de la legación cuando cubría la congregación de miembros de RSF y escritores cubanos. En aquella ocasión, la corresponsalía de TVE en París presentó una protesta ante la Embajada cubana por lo ocurrido, que el embajador justificó con el argumento de que habían sido provocados.

"Cualquier cosa podía suceder" y el camarógrafo español no llevaba un cartel que le identificara como tal, añadió en aquel entonces el diplomático, que antes se había transformado en uno de los integrantes de la Brigada de Respuesta Rápida estrenada en territorio francés.

Claro que no existen pruebas para demostrarlo, pero siguiendo la lógica del régimen, podemos estar seguros de que el Caballero y sus seguidores deben haber recibido mensajes de felicitación desde La Habana, porque esos son los métodos que "se deben utilizar" contra los enemigos.

De cualquier forma, este incidente resultó muy explicativo para la opinión pública francesa. La ecuación era muy simple: si estos señores diplomáticos apalean a manifestantes en las calles de París, ¿qué no serán capaces de hacer en Cuba, lejos de miradas indiscretas, o de cámaras de televisión que registren los acontecimientos?

Desgraciadamente, el envalentonamiento del Gobierno cubano en sus declaraciones relativas a la Unión Europea, está alentado por las posiciones de algunos países latinoamericanos, como los casos de Brasil y Argentina.

Significativamente, el canciller cubano hizo las declaraciones contra la Unión Europea, el 13 de octubre, después de firmar varios acuerdos de cooperación con su homólogo argentino, Rafael Bielsa, en la primera visita oficial de éste a la Isla. Según Pérez Roque, el impulso a las relaciones de Cuba con Argentina y otros países latinoamericanos como Brasil, constituyen una "señal de independencia" en la región. "Corren vientos nuevos en América Latina", subrayó.

Durante los días que estuvo en La Habana, Bielsa no tuvo tiempo para reunirse con un grupo de esposas de los disidentes detenidos. Era mucho más importante tratar de agradar al régimen cubano, con el evidente propósito de cobrar algo de la deuda de Cuba, que asciende a unos 1.900 millones de dólares.

Resulta penoso que representantes de gobiernos latinoamericanos, que han llegado al poder por vías democráticas, se olviden de los principios y abracen a Fidel Castro —símbolo del inmovilismo—, en momentos en que todavía está muy fresca en la memoria de la opinión pública mundial la reciente ola represiva.

Triste espectáculo que dan algunos vecinos del continente, lo que refuerza esta retórica del régimen cubano contra la Unión Europea, que sólo ha pedido a La Habana respeto por los derechos humanos, la libertad de expresión y la democracia.