La reunión del domingo último entre los cancilleres de México y Cuba, Luis Ernesto Derbez y Felipe Pérez Roque, terminó en un buen arreglo: el regreso de los embajadores a sus sedes y la promesa de discutir, punto por punto y por la vía diplomática, la agenda compartida.
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Cancilleres Pérez Roque y Derbez, durante rueda de prensa en La Habana. |
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Evitar un divorcio total, aunque se duerma en camas separadas, no es poca cosa, si se tiene en cuenta el grado de crispación al que habían llegado las relaciones bilaterales.
Los dos gobiernos evitaron ofrecerse satisfacciones por las ofensas que se hicieron en las últimas semanas: Castro, señalando el 1 de mayo que la política exterior azteca se había convertido en cenizas; el foxismo, expulsando al embajador castrista, al día siguiente.
Se "olvidó" el pasado reciente y se puso buena voluntad para caminar hacia adelante. Las fotos y las sonrisas, luego del encuentro en el MINREX de La Habana, quisieron subrayar esa circunstancia.
Es un buen reinicio, pero lo que hay, de cara al futuro, son interrogaciones más que certidumbres. Primero, señalar que las minucias tienen su importancia. No hubo cambio de baraja y los embajadores continuarán siendo los mismos, lo cual será para ambos un áspero ejercicio.
Jorge Bolaños, vicecanciller primero, regresará al altiplano azteca sin haber recibido explicaciones por su abrupta expulsión, y estará bajo escrutinio estrecho de la inteligencia mexicana, luego de la sospecha de que interviene indebidamente en cuestiones internas. Roberta Lajous, sin la confianza de su canciller y sin trato con Vicente Fox, volverá a experimentar el vacío virtual al que la ha sometido el castrismo. Son dos embajadores agotados en exceso.
Agendas pendientes
Luis Ernesto Derbez no obtuvo su presa más codiciada: la filmación en vídeo de los interrogatorios cubanos al empresario Carlos Ahumada; ni Pérez Roque la promesa de que México rectificará su postura pro derechos humanos en Ginebra —algo doloroso para el orgullo de Fidel Castro—, ni la posibilidad de auxilios financieros ante la caída de las remesas cubanoamericanas y la pavorosa sequía que azota al archipiélago cubano.
Queda la sensación de que el mejoramiento —si lo hay— será tortuoso. Pero, por lo pronto, hay tranquilidad para centenares de familias cubanomexicanas que con esto ven que se mantiene la frecuencia de los vuelos y no se incrementan las restricciones migratorias, de por sí onerosas. El castrismo continuará recibiendo las divisas que arroja la constante actuación de artistas en diversas plazas de la nación azteca, y México conserva el trabajo de los entrenadores deportivos y del personal académico antillanos que se desempeñan en decenas de centros de enseñanza superior. |