Primero, Chávez expresó abiertamente su satisfacción por la elección de Gutiérrez como gobernante ecuatoriano, al frente de un proyecto político que incluía a movimientos de izquierda, grupos indígenas y organizaciones de defensa de los derechos sociales. El mandatario venezolano situó a Gutiérrez en lo que bautizó como el nuevo "eje del bien" en Latinoamérica, donde incluyó también al presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, líder del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT).

Sin embargo, Gutiérrez desmarcó, desde sus primeros momentos, el perfil de su gobierno con el de Chávez. Pocas horas antes de su triunfo electoral, señaló que aunque admiraba al mandatario venezolano, "Chávez es Chávez, y Lucio es Lucio". Más tarde, antes de la toma de posesión de Gutiérrez —a la que asistió Chávez—, aseguró que no constituiría alianzas ni con Chávez ni con Lula. Gutiérrez dejó bien claro que no formaría ejes, pues su concepción era la de integrarse con todas las naciones de la región, y no con alguna en particular.

"A mí no me ubiquen en triángulo, ubíquenme en un círculo. Trataré de mantener las mejores relaciones con todos los países del mundo; no me voy a circunscribir ni a ejes ni a triángulos", enfatizó en aquella oportunidad. En declaraciones más contundentes aún, producidas durante su visita a Washington, en febrero de 2003, el ecuatoriano subrayó que su supuesta cercanía a Chávez formaba parte "de la campaña de sectores implicados en la corrupción (en Ecuador) para tergiversar mi imagen en el exterior", dijo, con lo cual se proyectó un perfil de extremista que no se ajusta a la realidad. "Se crearon muchas fantasías sobre la manera de pensar de Lucio Gutiérrez. Se dijeron cosas que ni siquiera pensé", expresó.

¿Demócratas o forajidos?

Ya este es un punto de partida para identificar a varios enemigos de Gutiérrez: Chávez, Castro y los guerrilleros de las FARC, todos ellos "herederos" de las mejores tradiciones bolivarianas. Casi se podría afirmar que, al hacer estos pronunciamientos en su toma de posesión, Gutiérrez también estaba firmando la sentencia de su derrocamiento.

A Gutiérrez lo derrocó un singular movimiento ciudadano, apodado "los forajidos", que surgió el pasado 13 de abril, cuando un millar de ciudadanos convocados de "forma espontánea" a través de una emisora de radio de la capital, protagonizaron una protesta nocturna que en los días siguientes fue adquiriendo fuerza y resonancia en el país.

Hace unos días, conversando con el ex presidente de Colombia Ernesto Samper, este me dijo que la "democracia callejera" que comenzó en Bolivia y ahora se extendió a Ecuador, resulta "muy peligrosa".

En realidad, el nuevo presidente de Ecuador, el cardiólogo Alfredo Palacio, se encuentra "bajo vigilancia" de los sindicatos y de los "forajidos". Cualquier parecido con la situación del presidente de Bolivia, Carlos Mesa, no es pura coincidencia.

A las "fuerzas bolivarianas" que encabezan Castro y Chávez les ha faltado, en el caso de Ecuador, la figura dirigente de "los forajidos". Necesitan crear un Evo Morales ecuatoriano. Deben andar en esos trajines.

El error de algunos verdaderos demócratas latinoamericanos es no darse cuenta de que el eje Castro-Chávez va ganando terreno a través de estas "manifestaciones espontáneas". Ya otros gobernantes del continente viven bajo amenazas. ¿Será la próxima víctima el presidente de Perú, Alejandro Toledo?