www.cubaencuentro.com Viernes, 09 de septiembre de 2005

 
  Parte 4/4
 
El proceso de democratización
Una historia de las transiciones: Tras numerosas guerras étnicas y con el influjo creciente de la religión ortodoxa, la estabilidad y la civilidad no acaban de cuajar en los Balcanes.
por JUAN F. BENEMELIS, Miami
 

En determinados contextos se ha revelado un empleo manifiesto de la religión como elemento diferenciador y, en situaciones como las de Serbia y Croacia, como justificación de actuaciones violentas. No faltan, por demás, ejemplos de competencia —más o menos aguda— entre iglesias o creencias. Así ha transcurrido en Bulgaria, donde la legitimidad de la Iglesia Ortodoxa se ve disputada por dos facciones: la primera vinculada con la línea tradicional y la otra visiblemente enfrentada a la anterior, a la que acusa de colaboracionismo con el régimen comunista.

La totalidad de la cristiandad oriental se conformó en oposición a la racionalidad fragmentada de Occidente. La Iglesia Ortodoxa era inherentemente colectivista y antioccidental, un sistema contemplativo donde no se toleraban los desacuerdos doctrinales, que descansaba en la tradición oral campesina mucho más que en los textos sagrados, y enfatizaba en la primacía de la nación por sobre el individuo. Históricamente, la Iglesia Ortodoxa ha mantenido mejores relaciones con el Islam que el cristianismo occidental.

Una historia de las transiciones
Los orígenes del cambio
JFB, Miami
El ajedrez atómico
El testamento del comunismo
El reciclaje de los comunistas
Los caminos de la democracia
Del totalitarismo a la sociedad civil
La destrucción creativa
Las recetas económicas
Economía de mercado, inflación y renta
Las sendas de la privatización
Familia de naciones
¿Valores de sangre?
El Estado democrático
Caída y lastre de un imperio
La Europa Central
Las repúblicas del Báltico
El dilema balcánico

Contrario al humanismo de Occidente, el cristianismo ortodoxo nunca retó al Estado, destacándose por su genuflexión al mundo exterior, cualquiera que este fuese: fascista, comunista, o democrático.

En el mundo ortodoxo, sólo Rusia ha dado grandes pensadores religiosos opuestos al estatus oficial, como Nicolás Berdyaev. La religión ortodoxa y el Islam son orientales, lo que explica que el comunismo fuese el caso de la práctica oriental de una pseudociencia occidental. El imperio teocrático de Lenin, pese a su profeso ateísmo, estaba inmerso en la teocracia zarista bizantina, de la cual emergió Stalin. Por eso, el Estado totalitario construido por ambos debe tanto a la Iglesia Ortodoxa como a Carlos Marx.

Como el nazismo, el comunismo fue una rebelión contra la modernidad y los valores burgueses. El nazismo y el estalinismo requirieron de los medios de la edad industrial para convertirse en lo que fueron, por eso con su fin no se exterminaron las posibilidades del resurgimiento de las ideologías extremistas. El post-industrialismo es un horizonte favorable para nuevos cultos y nuevas ideologías, como está sucediendo con el nacionalismo.

Pero si la Iglesia Ortodoxa históricamente está mal equipada para proveer valores morales, porque ha creado un mundo alterno propio basado en la aldea campesina, ha desempeñado un papel central en el auge contemporáneo de una modalidad agresiva de nacionalismo, como se muestra en Serbia. Aun con ello, y un trasfondo de polémica como la relativa al patrimonio eclesiástico, sus posiciones no siempre han sido las mismas que las defendidas por el régimen de Belgrado.

La creación de una Iglesia Ortodoxa montenegrina, independiente de la Serbia, es, en una de sus dimensiones, el reflejo del ascenso en Montenegro de un nacionalismo que se propone romper amarras con respecto a Belgrado. La Iglesia Ortodoxa macedonia, que data de 1967, ha respondido a un propósito parecido, lo que no ha dejado de suscitar agrias disputas con su contrapartida serbia. En Croacia, la articulación de un Estado independiente se ha realizado estrechamente relacionada con la consolidación de una influyente Iglesia Católica y, dentro de esta, con la de sectores a menudo ultramontanos.

Abismo y diferencia

Eslovenia, Croacia y Macedonia eligieron y lograron la independencia a inicios de los noventa. En los casos de Eslovenia, Croacia y Macedonia, esas unidades fueron el cimiento de los ejércitos respectivos, en tanto que en Bosnia-Herzegovina se procedió a la creación de unas nuevas fuerzas armadas. En este magma, parece innegable que el ejército más profesionalizado de cuantos operaron en ocasión del proceso de desintegración de Yugoslavia fuera el propio ejército federal yugoslavo, que, plenamente serbianizado, mantuvo incólumes muchas de sus estructuras del pasado, ahora al servicio de la federación configurada por Montenegro y Serbia. En el periodo 1991-1995, Croacia se dotó también de unas fuerzas armadas tan numerosas como bien pertrechadas.

A medida que se desenvolvían las guerras en Yugoslavia, que duraron una década, Occidente lidió con cada una por separado, rehusando abordar la región como una totalidad. El abismo y la diferencia entre los Balcanes y Europa central se mantendrán mientras Rusia persista en sus sueños imperiales. Esto no quiere decir que el carácter nacional sea una mera ilusión, especialmente en tiempos de guerra. La estabilidad y la civilidad son más difíciles de conseguirse en el Cáucaso que en los Balcanes, y más duras de lograr en los Balcanes que en Europa central.

El futuro transnacional de la globalización económica y tecnológica va a debilitar aún más las fronteras, como en los días del imperio de los Habsburgo. Rumanos, búlgaros, moldavos, ucranianos, eslovacos, etcétera, se hallan aterrorizados por los límites que traza la civilización europea, por medio de la OTAN, en Hungría y Rumania —donde la multiétnica región de Transilvania puede transformarse en una arena para las presiones entre la cristiandad occidental y oriental.

Si Rumania es incorporada a Occidente, entonces Europa llegará hasta el Mar Negro, pero de mantenerse fuera de ella, Europa devendrá en una especie moderna del sacro Imperio Romano, lo que posibilitará que los Balcanes se reintegren nuevamente al Medio Oriente, como ocurrió desde la Antigüedad hasta la Primera Guerra Mundial.

1. Inicio
2. En Serbia...
3. No es sencilla...
4. En determinados...
   
 
EnviarImprimir
 
 
En Esta Sección
Los días cubanos de un brasileño
MIGUEL RIVERO, Lisboa
El nuevo misil ruso
NILDA NAVARRETE, Praga
Irán y los nuevos peligros
MIGUEL RIVERO, Lisboa
México: Hacia más democracia y menos discriminación
MARIFELI PéREZ-STABLE, Washington
Telesur: un monumento al bostezo
YAMILA RODRíGUEZ EDUARTE, Caracas
El negocio de la honestidad
RONALDO MENéNDEZ, Madrid
Editoriales
Sociedad
Cultura
Internacional
Deporte
Opinión
Desde
Entrevista
Buscador
Cartas
Convocatorias
Humor
Enlaces
Prensa
Documentos De Consulta
Ediciones
 
Nosotros Contacto Derechos Subir