www.cubaencuentro.com Viernes, 09 de septiembre de 2005

 
  Parte 4/4
 
Las recetas económicas
Una historia de las transiciones: Traumas, dogmas y velocidades en el difícil camino hacia la economía de mercado.
por JUAN F. BENEMELIS, Miami
 

Comunistas y populistas

A pesar de conocer las recetas y los males de sus economías, las élites políticas de los países en transición demoraron sus reformas, mientras el abismo tecnológico y científico con Occidente se ahondó. El camino hacia una economía privatizada, cuyo motor principal de ascenso reside en el mercado, presentaba complicaciones extraordinarias. A diferencia del pleno empleo, la supuesta igualdad socialista y el fuerte Estado protector, la transición de una economía planificada a una de mercado, implica desempleo, dislocación social y dosis de injusticia y desigualdad, con afectación para los trabajadores no calificados.

Una historia de las transiciones
Los orígenes del cambio
JFB, Miami
El ajedrez atómico
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La destrucción creativa

Estas élites de comunistas reciclados y liberales, defensores del Estado benefactor, aún vacilan ante la necesidad de cierta desocupación y la desigualdad que se presenta en los ingresos y el modo de vida, y también ante el cierre de las fábricas anticuadas, las inversiones no tangibles en la infraestructura, la protección medioambiental, el aumento de los precios y la disminución de las subvenciones.

Uno de los rasgos negativos de las transiciones es la ausencia de una clase media que amortigüe la diferenciación entre los llamados "barones rojos" de las ciudades y los "barones verdes" de las empresas agropecuarias, por un lado, y el resto de la población, por otro.

Los salarios reales cayeron en picada, su nivel mínimo se fijó muy por debajo de los horizontes básicos de sustento, que eran muy disímiles entre las empresas. Este cuadro, sumado a la privación de toda seguridad social y la amenaza de desempleo, provocó el desaliento de los trabajadores, con resultados nefastos en el rendimiento, el incremento económico y el poder de compra del núcleo familiar.

La opción gradualista argumentó que al dispararse los precios (por la liberalización y la inflación), una elevada porción de la población se estaba quedando sin medios económicos y por debajo de los niveles de subsistencia. Por eso abogaron por una reducción lenta de los subsidios a los precios, con el fin de dar tiempo a poder manipular el ritmo de la inflación.

Debe recordarse que el despliegue de los proyectos de "participación" ha planteado también muchos problemas de equidad, sobre todo cuando buena parte de los bonos de propiedad empresarial, en poder de los trabajadores o ciudadanos, ha terminado en manos de gigantescas compañías. Estos grandes conglomerados privados, surgidos al calor de la privatización, han beneficiado intencionalmente a determinadas élites, para así asumir comportamientos poco transparentes o manifiestamente inmorales.

El ejemplo de las llamadas formulas de participación mediante el reparto de bonos, se ha registrado en países como Bulgaria, Croacia y Rumania, en tanto que el modelo que incluye a ambos tipos de prácticas (los bonos y el monopolio corporativo) se ha verificado en Eslovenia, Macedonia y Moldavia.

Entre los rasgos comunes de los movimientos "populistas", se halla la reacción de rechazo ante la irrupción de un capitalismo que se califica de "agresor a la cultura popular", y sobre todo de la que pervive en el medio rural, con la idealización del campesinado como portador de tales esencias, y de la vida rural como receptáculo de valores que merecen ser defendidos. Todo ello en abierta oposición a la degradación que se produce en el medio urbano, y la promoción y reivindicación de una supuesta "tercera vía" que fuese diferente de los sistemas burocráticos comunistas y de lo que es el capitalismo.

De cualquier modo, muchos de los rasgos del populismo ruso del siglo XIX no se presentan en estas modulaciones ideológicas populistas contemporáneas. El populismo ruso "tolstoiano" era decididamente antiautoritario y no aceptaba la organización de la vida rural realmente existente, sino que reclamaba cambios drásticos en beneficio de la comuna campesina. Esta observación nos lleva a debatir la enorme disparidad que han exhibido los movimientos populistas, influenciados por diferentes tradiciones históricas.

Tal vez puede afirmarse que algunas de sus modulaciones guardan claros signos de relación con los movimientos verdes de Europa Occidental, mientras otras se hallan mucho más próximas a los discursos de los conservadores extremos.

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