Lo curioso de todo esto es que Lula ajusta carteras ministeriales, remueve cargos y hace declaraciones anticorrupción: suelta su tinta pero no se mancha. Se trata del auténtico perfil del héroe capaz de deshacer entuertos con el barro al cuello y luego sacudirse sin que quede el menor resto de humedad.

"Si alguien cometió un error dentro del partido, debe pagar", dijo Lula en el palacio de gobierno en Brasilia, hace menos de una semana. Parece que se cierra el círculo en torno al presidente, en cuyo caso la suspicacia ante su palabra comienza a ser un antídoto recomendable.

Crisis de corrupción en Brasil Lula da Silva: 'Si el PT cometió errores, debe explicarlos a la sociedad brasileña' Brasil: el carnaval de la crisis política

La lista de destituciones/renuncias a estas alturas ya incluye al jefe de gabinete, José Dirceu, y a tres altas autoridades del PT, entre ellos su ex titular José Genoíno, quien recientemente dejó la presidencia de la agrupación y fue reemplazado por Tarso Genro, actual ministro de Educación.

Lula se reunió hace una semana con ministros y dirigentes sindicales, de cuyas filas salió el nuevo ministro del Trabajo y aliado al PT, Luiz Marinho, designado la pasada semana, pero quien aún no ha prestado juramento. También el mandatario tomó el juramento a otros tres ministros —Salud, Comunicaciones y Minas y Energía— y anticipó que pronto culminaría los ajustes en su equipo de 34 miembros.

El tema que comienza a plantearse como fondo, es si el presidente Lula estará en condiciones de aspirar a la reelección en octubre de 2006 (téngase en cuenta que 16 meses es poco tiempo para un culebrón que ya se anuncia anaconda). En un plano puramente especulativo, posiblemente sea reelecto, a no ser que él mismo se vea involucrado y cocinado en su tinta.

Pese a la turbulencia…

Además de la consabida amnesia e indulgencia popular latinoamericana ante la corrupción, la ortodoxia económica de Lula hace que ciertas cifras lo avalen. Pese a la turbulencia política, la moneda brasileña, aún con oscilaciones, permanece en sus máximos en tres años, mientras la inflación se encamina hacia los objetivos perseguidos por el Banco Central y las tasas de interés, según analistas, podrían volver a bajar en el último trimestre del año, impulsando más el consumo.

Resulta aleccionadora esta independencia entre una crisis política y los índices económicos. Mucho nos dice sobre la eficacia de ciertos modelos económicos, de la capacidad de un líder para respetar y articular estrategias de mejoras sobre la base del análisis y la previsión del panorama regional e internacional, y no a partir de caprichos ideológicos (recuérdese que Lula viene de sindicatos, y es de centroizquierda, perfil propenso a los desaguisados y a la tentativa autoritaria).

Sin estar hasta ahora implicado, el irreversible debilitamiento de Lula, y lo que quizá le cueste la reelección, no es sólo el desprestigio sufrido por su partido. Hay algo evidente de lo que ya es único responsable: la ignorancia ante una dilatada historia de corrupción en el PT. Un líder no puede darse el lujo de ignorar y luego, cuando otros denuncian, ajustar cuentas. Por decir lo menos, resulta poco fiable. Esperemos al último capítulo.