Tras la caída de sus principales dirigentes, el Partido de los Trabajadores, del presidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva, comenzó el domingo a tratar de recomponer sus piezas para enfrentar un alud de denuncias de corrupción que parece no tener fin, informó la AP.

Los 83 miembros de la dirección nacional del partido se reunieron en un hotel de Sao Paulo, ciudad de su sede nacional, para discutir desde una revisión de las finanzas hasta cómo enfrentar revelaciones diarias de corruptela.

Tras el encuentro, el nuevo presidente del PT y también ministro de Educación, Tarso Genro, anunció cuatro medidas inmediatas para comenzar a "reconstruir el perfil del partido".

"Estamos en el interior de una dura batalla política", dijo Genro en una conferencia de prensa transmitida por la estación GlobloNews.

Genro fue elegido presidente del PT tras la dimisión de José Genoino, el sábado, afectado por los escándalos de corrupción.

Las cuatro medidas son comenzar una auditoría interna de las cuentas del partido —sus deudas y cronograma de pagos de esos compromisos, así como de qué forma fueron adquiridos—; conformar una comisión ética que examine la conducta de los militantes señalados de las irregularidades; mantener el cronograma de trabajo vista las elecciones internas del PT, previstas para septiembre; y hacer un calendario de reuniones entre la dirección del partido y los ministros de gobierno perteneciente a la organización.

Las denuncias de corrupción "son un golpe para el prestigio del partido, creemos inclusive que ese golpe es una gran lección estratégica para nosotros. Vamos a recoger esta lección con mucha humildad, con mucha dignidad, y vamos a reconstruir nuestro proyecto partidario y nuestro perfil político", agregó Genro al anunciar las medidas.

En la historia del PT "se cometió un error al colocar exclusivamente sobre las espaldas del Partido de los Trabajadores la imagen de que somos los dueños de la ética y de la virtud y eso no verdad", opinó Genro. "Nosotros somos sí una referencia de la ética y de la virtud, pero no somos los únicos, y no queremos, inclusive, ser los únicos", añadió.

Sumergido en lo que militantes han calificado como la única crisis que ha amenazado la supervivencia del PT desde su fundación, en 1980, el partido —que siempre enarboló la bandera de la honestidad y limpieza administrativa— es blanco de denuncias de irregularidades que abarcan desde sus cuentas de campañas electorales hasta sobrefacturación de contratos de compañías estatales dirigidas por algunos de sus miembros.

Las revelaciones hicieron que el partido sufriera esta semana su propio tsunami: el lunes de la semana pasada renunció su secretario general, Silvio Pereira; un día después, el tesorero, Delubio Soares; y el sábado, el presidente, José Genoino, uno de los fundadores del PT, viejo amigo del Lula, y con un largo historial de militancia izquierdista y guerrillera que lo llevó a la detención y tortura durante el régimen militar (1964-1985).

Además de Genro, fueron designados un nuevo secretario general del partido, el ex ministro del Trabajo Ricardo Berzoini y, para la tesorería, el diputado José Pimentel.

Genro ha dicho que permanecerá al frente del ministerio de Educación hasta el 27 de julio. No se ha informado quién lo sustituirá.

La tempestad política se desató en 6 de junio cuando Roberto Jefferson, un diputado hasta entonces aliado del gobierno, reveló que Genoino, Pereira y Soares mantenían un esquema de pagos de sobornos de 30.000 reales al mes (13.000 dólares) para garantizar que legisladores aliados votaran a favor de proyectos del gobierno.

Jefferson dijo además que algunos miembros de su Partido Trabalhista (Laborista) Brasileño (PTB), uno de los ocho de la coalición de gobierno, recibían los sobornos, pero ninguno lo ha admitido. Aseguró que todo el esquema era conocido por el entonces ministro jefe de gabinete y mano derecha de Lula, José Dirceu.

Las acusaciones provocaron el 16 de junio la renuncia de Dirceu.

Las investigaciones en el congreso y en la policía aún no determinan si efectivamente hubo sobornos.

Las denuncias señalan a un empresario de la publicidad, Marcos Valerio, de ser el financista de la operación y fiador de dos préstamos del PT en 2003.

Valerio multiplicó del 50% al 80% la facturación de sus empresas desde 2002 hasta ahora, según documentos de una oficina fiscalizadora del Banco Central. Parlamentarios integrantes de la comisión investigativa afirman que, o bien se benefició de jugosos contratos con empresas estatales, o es un lavador de dólares de origen desconocido.

Las denuncias han ganado credibilidad en medio de la divulgación de documentos del Banco Central sobre los movimientos en las cuentas de Valerio y la admisión del PT —tras negarlo en repetidas ocasiones— de tener negocios con el empresario.