www.cubaencuentro.com Viernes, 04 de abril de 2003

 
  Parte 1/2
 
Se solicitan profetas
Oponerse al poder político en Cuba significa estar a sueldo del poder político de EE UU, asegura el Gobierno. Su última oleada represiva pretende dejarlo claro.
por JOSé H. FERNáNDEZ, La Habana
 

El oficio de profeta está en crisis. Sucede que aquí nadie esperaba ni consigue explicarse el trasfondo de la ola de detenciones llevada a cabo en estos días por la policía política del Gobierno. Al parecer, ni el mismo Nostradamus habría podido adivinarle cola y orejas al nuevo despelote. No porque contradiga en una
Gisela Delgado
Gisela Delgado luego del operativo realizado en su domicilio por la policía política, que concluyó con el arresto de su esposo.
micra el proceder histórico de más de cuarenta eneros, sino porque tiene lugar, dicen, en momentos y bajo circunstancias en los que este tipo de barrabasada no resulta estratégicamente favorable para sus ejecutores.

Por un lado, se reúne en Ginebra la Comisión de Derechos Humanos de la ONU con un nuevo proyecto de resolución sobre la Isla, presentado por tres países latinoamericanos, Perú, Costa Rica y Uruguay. Por el otro, está en el tapete el visto bueno de la Unión Europea para decidir la entrada cubana en el Acuerdo de Cotonou. Y queda, además, pendiente de presentación en el Congreso de Washington un proyecto de ley que propugna el levantamiento de restricciones para que los estadounidenses puedan viajar más o menos libremente a La Habana.

Este cuadro ha propiciado que hoy los vientos vuelen por acá cargados de murmullos de alarma, exclamaciones de extrañeza y hasta de algún que otro reclamo a la cordura. Todos ven como algo común que el Gobierno lance otra vez sus patadas de mulo contra el ejercicio de la prensa independiente y que le ponga mordazas a la disidencia interna. Pero muy pocos esperaban que lo hiciera justo en estos días.

Como el oficio de profeta está en crisis, nadie fue capaz de prever lo previsible desde la hora en punto en que James Cason, jefe de la Oficina de Intereses de los Estados Unidos en La Habana, empezó a largar bravuconadas a troche y moche y se hizo rodear por un coro de ingenuos a los cuales les sobraban sin duda buenas intenciones, pero les faltó olfato, entrenamiento, para el difícil arte de pisar en sólido siempre que se camina sobre el palo podrido de la política.

Claro como el sol se ve que las declaraciones públicas y los pasos dados en las últimas semanas por James Cason sirvieron en bandeja de plata el pretexto que desde hace tiempo estaba buscando el Gobierno de la Isla y que hoy, quizá con más razones y apremio que nunca antes, necesitaba hallar. Mucho menos claras, si bien miramos, resultan las verdaderas motivaciones del señor Cason. Pero tampoco importa demasiado conocerlas, para el caso. Lo importante, ya que a nada más se puede aspirar por el momento, es la lección que nos dejan los compatriotas que de buena fe cayeron en el albareque y que, incluso una vez dentro, todavía no logran detectar sus mallas.

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