www.cubaencuentro.com Martes, 29 de abril de 2003

 
  Parte 2/2
 
Invitación al holocausto
Sin halcón no hay paloma: Excluido del Eje del Mal, abandonado por Rumsfeld, el castrismo enfrenta la repulsa de la comunidad internacional.
por RAFAEL ROJAS, México D. F.
 

En los primeros días de abril, Fidel Castro se percató de que las cosas no le estaban saliendo bien: la repulsa internacional, sobre todo en Europa, crecía, la guerra podía terminar antes de lo previsto y el voto en Ginebra parecía ser desfavorable. En ese momento, y en vistas de la reacción serena del Gobierno de Estados Unidos, el cual, a través de su propio y controvertido representante en La Habana, James Cason, había asegurado que repatriaría a todos los secuestradores y emigrantes ilegales capturados en alta mar, Fidel Castro decidió subir la parada por medio del fusilamiento de tres de los plagiarios del trasbordador Baraguá, y las sentencias de cadena perpetua para otros cuatro. Los costos eran altos, dado el rechazo a la pena de muerte que predomina en América Latina y Europa, pero había que arriesgarse.

Esta decisión cumplía nuevas funciones simbólicas y enviaba nuevos mensajes. A la población de la Isla le comunicaba que el régimen sería implacable con el secuestro de embarcaciones y con la emigración ilegal, lo cual tenía sus ventajas para Washington, que no desea otra estampida migratoria y que días antes había cuestionado la falta de seguridad en los aeropuertos cubanos. Pero a los sectores imperiales del exilio, de la clase política cubanoamericana y de los halcones de Washington, el Gobierno cubano no enviaba un mensaje: más bien lanzaba una provocación. Si estos sectores pedían guerra, como semanas atrás lo habían hecho en una marcha por la calles de Miami, y lograban alguna manifestación de amenaza militar por parte de George W. Bush, que colocara plenamente a Cuba dentro del Eje del Mal, entonces Castro tendría todas las de ganar.

Nada de esto ha sucedido hasta ahora. Colin Powell se ha limitado a demandar al Gobierno cubano que detenga "la vil represión" y el Secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, ha reiterado una afirmación recurrente del Pentágono en los últimos diez años: "Cuba no representa una amenaza para la seguridad nacional de Estados Unidos". Lo que significa que Cuba no está ubicada en ese maniqueo Eje del Mal que han concebido los filósofos neoimperiales de la "guerra preventiva". Si Washington y Miami no se dejan provocar por esta invitación al holocausto y se concentran en la presión diplomática internacional en favor de la liberación de los presos políticos cubanos, esta vez, a diferencia de tantas otras en el pasado, la operación simbólica de Fidel Castro estará condenada al fracaso.

¿Qué le falló a ese gran maestro de la política simbólica que es Fidel Castro? Le falló su desconocimiento del creciente prestigio internacional de la oposición interna cubana, la cual, en América Latina y Europa, es cada vez más reconocida por su pacifismo, independencia y moderación. Y le falló también su vieja mentalidad nacionalista maniquea —reverso de la imperial—, que pretende zanjar todos los conflictos de Cuba por medio del enfrentamiento binario de dos alternativas, La Habana o Washington, sin advertir que cada vez son más los ciudadanos del mundo que quisieran ver una solución cubana a los problemas cubanos, que preserve la soberanía de la Isla, que rescate lo mejor de la experiencia revolucionaria y que establezca un orden de pleno respeto a los derechos sociales, económicos, civiles y políticos.

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