Hay suficientes razones para pensar que algunas de las condenas no han pasado de ser actos de puro compromiso público ante una sociedad que conoció la dictadura, y la reprueba tajantemente. La inminencia de elecciones municipales y autonómicas en España le aporta al debate un peligroso matiz de carrera deportiva, en la que las fuerzas políticas se sujetan —hasta de un clavo caliente— para satisfacer las expectativas de sus votantes. Pese a tal realidad, la estrategia del exilio cubano en España, y en cualquier otro sitio, debiera estar encaminada a juntar fuerzas, aprovechando la ansiada decepción que han generado las torpes medidas represivas de Castro en la comunidad internacional.

Estigmatizar a la izquierda de manera automática es injusto, máxime cuando por primera vez diversos partidos comunistas europeos, la Internacional Socialista y otras agrupaciones del concierto democrático han desaprobado las actuaciones de La Habana. Como también es parcial no exigir, en términos similares, medidas concretas a los gobiernos de la Unión Europea. Ningún país del viejo continente ha llamado a consultas a su embajador en Cuba, ninguno ha tomado la iniciativa para excluir a la Isla de la Comisión de Derechos Humanos de Ginebra o de las Cumbres Iberoamericanas. El papel de los partidos de oposición, sean de izquierdas o de derechas, es infinitamente limitado en relación con la tarea de los gobiernos que, a la larga, son los que cenan junto a Castro en las cumbres, o los que no otorgan el asilo político a los cubanos que huyen de la dictadura.

Otras rechiflas también rozaron el dislate. El director de cine Fernando Trueba mencionó en su intervención al actor Javier Bardem, como uno de los firmantes de un texto contra los atentados a la libertad y a la vida en Cuba, que han suscrito artistas, escritores, cineastas y periodistas. Algunos apenas le dejaron hablar y su respuesta fue digna de figurar en un manual de tolerancia: "Espero que aprendáis un día a sumar y no a restar". En declaraciones a la prensa madrileña, la actriz Pilar Bardem dijo que la denominada Plataforma Cultura contra la Guerra pretendía sumarse al acto, pero la organización lo impidió. Según la veterana artista, querían manifestar su "rotunda oposición a la pena de muerte y al recorte de libertades en Cuba". Al igual que embargo y represión constituyen asuntos desconectados, guerra contra Irak y castrismo también lo son. Cuba necesita hoy la solidaridad de todos los dispuestos, sin omisiones, dejando a un lado el color ideológico particular.

Lo más importante es que el círculo se estrecha. El anciano Comandante, perdido más que de costumbre en un discurso leído de cuatro horas que requirió un apuntador personal y casi una decena de rectificaciones ante las cámaras, ya dijo que no habrá clemencia, ni siquiera ante el llamado papal. La mesa está servida para terminar de descaracterizar el régimen. La sensatez se impone. Ante la inteligencia macabra del dictador, impóngase la madurez y el talento de los que ya han comprobado las bondades de la democracia.