www.cubaencuentro.com Jueves, 13 de noviembre de 2003

 
  Parte 2/2
 
¿Lección de democracia?
Oportunismo y censura: la publicación de un artículo de Castro crea discusión sobre la libertad de prensa en Estados Unidos, mientras 30 periodistas cumplen condena en la Isla por delito de opinión.
por ALCIBíADES HIDALGO, Washington
 

En el torcido asunto de los artículos no publicados resulté un protagonista involuntario, según explico a continuación. Envié por ello una carta al New York Times, de la cual cito unos breves párrafos:

"Los felicito por su editorial que defiende el derecho de Fidel Castro a publicar sus opiniones en esta ciudad. El pasado 23 de abril toda la prensa cubana atacó simultáneamente a su periódico. Uno de los diarios oficiales publicó en primera página un largo artículo con el título El New York Times ni es serio ni es liberal. Para Fidel Castro su editorial debería ser una lección de democracia".

"Sin embargo, la historia de los artículos 'censurados' en El Diario/La Prensa no está completa. En noviembre de 2002, tres meses después de lograr escapar de Cuba hacia los cayos de la Florida, fui contratado por ese diario. Fue el primer empleo que obtuve en Estados Unidos como periodista. Diez días antes de anunciar el próximo artículo de Fidel Castro, el mismo director que luego renunció por no permitírsele publicar lo anunciado, me informó que mi columna semanal, dedicada a temas cubanos, era suprimida de su periódico. El artículo de Fidel Castro debió aparecer un lunes, curiosamente el mismo día en que aparecía mi columna. Ninguno de los dos fue publicado finalmente…".

"Desconozco las razones por la cuales los propietarios de El Diario/La Prensa decidieron no publicar al dictador cubano. Dudo seriamente de vuestra teoría de un 'Miami vise'. No creo que amenazas de la comunidad cubana de Miami, donde no circula ese periódico, resultaran tan efectivas como afirma su editorial. El gobierno cubano atribuye también al exilio influencias poderosas, capaces de determinar hasta la elección del presidente de Estados Unidos. Si así fuera, sería difícil explicar porqué Fidel Castro permanece en el poder desde 1959".

"Es la segunda vez que pierdo un empleo en Nueva York. La primera, cuando Fidel Castro me destituyó como su Representante Permanente ante las Naciones Unidas por graves diferencias políticas, no me permitió siquiera despedirme de mi cargo como es habitual en funciones diplomáticas. Permanecí bajo su control en la Isla y mi familia fue enviada de regreso a Cuba vía Canadá bajo una vigilancia poco disimulada. La diferencia es que esta vez puedo expresar mi punto de vista. O, al menos, eso espero".

The New York Times no publicó mi carta hasta hoy, aunque eso es lo menos importante. Si de libertad de prensa se trata, en Cuba las reglas son infinitamente más rígidas y evidentes. La paradoja es que desde la dictadura absoluta se aprovechen las reglas de la democracia. Y Castro sabe hacerlo bien, aunque con artículos aburridos. En Cuba, con su discurso triunfal suprimió a la Virgen de los titulares, una vez más por cuarenta años consecutivos. En Nueva York, con el mismo texto condensado y sabiamente obsequiado, liquidó mi columna. Bien juzgado, me parece que ando ahora en buena compañía.

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