www.cubaencuentro.com Lunes, 10 de mayo de 2004

 
  Parte 1/3
 
A los pies del 'Señor'
Panorama del protestantismo en Cuba: ¿Qué papel desempeñarían las denominaciones evangélicas en una transición, luego de la filiación castrista de algunos de sus líderes?
por VICENTE ECHERRI, Nueva Jersey
 

La quiebra institucional que se ha producido en Cuba como secuela natural de la gestión totalitaria por tantos años, ha llevado a pensar a más de un activista, comentarista, experto en la cuestión cubana, etc., que la Iglesia, es decir la religión organizada, puede ser o está llamada a ser la única institución con suficiente credibilidad y solvencia moral para convertirse en garante de una transición o de un cambio político —que inevitablemente ocurrirá—, en el que las actuales estructuras de poder den paso a un Estado democrático o que, al menos, tienda hacia la democracia.

J. Carter
Líder protestante Reinerio Arce, Jimmy Carter. Visita a Cuba del ex presidente norteamericano.

Por esta mediación eclesiástica han apostado muchos disidentes y no pocos miembros del exilio, con menor o mayor grado de filiación y compromiso religiosos, pero que comparten la opinión o el criterio de que el mensaje de moderación y reconciliación, del cual la Iglesia es portadora, podría trasladarse al discurso político y en torno a él ir echando los cimientos de la nueva Cuba.

Algunos llegan a creer, y yo no me encargaré aquí de desmentirlos, que de producirse un desplome súbito de la autoridad, la Iglesia estaría llamada a convertirse en una suerte de Arca de Noé; otros opinan que la tesis de los "cambios pacíficos" —que casi todo el que se pronuncia sobre Cuba parece ahora suscribir— responde, entre otras cosas, al temor de la Iglesia y los líderes cívicos que le son afines de que un colapso inesperado y espontáneamente violento del régimen cubano podría arrasar con los restos de la vida civilizada que aún sobreviven en la sociedad cubana.

Aunque al decir "Iglesia", con mayúscula y en singular, puede y suele pensarse en primer lugar en la Iglesia Católica Romana, el nombre, como concepto institucional, se aplica en conjunto a todas las denominaciones cristianas organizadas en el país y, sobre la base de un criterio aún más amplio, a toda denominación religiosa.

Así entendido, Iglesia podría ser un concepto tan genérico que podría dar cabida a los cultos afrocubanos que se agrupan bajo el nombre de "santería", e incluso —extendiéndolo aún más— a sinagogas y mezquitas. Al reflexionar, pues, sobre "el papel de la Iglesia" en una transición política en Cuba, estamos queriendo decir iglesias, religiones, organizaciones religiosas. De este mosaico, me concentraré en el movimiento protestante, que, por su propia naturaleza e historia, es, en Cuba y en casi todas partes, fragmentario.

¿Cubano y protestante?

Conozco a personas para quienes ser cubano y protestante suena como una contradicción de términos. Más fácilmente creen que la religiosidad de un cubano se expresa en el sincretismo religioso, mezcla de catolicismo popular y religiones africanas, que es una de nuestras más constantes caricaturas, si bien es cierto que estas manifestaciones de culto han aumentado su importancia en la vida religiosa del cubano de hoy. El protestantismo en Cuba, que llegó a tener una relativa importancia e influencia en la sociedad en vísperas de la revolución y que hizo, como grupo minoritario, contribuciones apreciables, sobre todo en el campo de la educación, siempre ha sido visto en la Isla, por nativo que fuese, como una corriente que llega desde el exterior, particularmente desde Estados Unidos.

Al decir del Dr. Raúl Gómez Treto —un prominente laico católico que en los años setenta resultó ser demasiado conciliador con la dictadura—: "En Cuba se era católico a la española y protestante a la americana". Es decir, el protestantismo era una manera de identificarse con una corriente de pensamiento, posiciones, etc., que llegaban al país procedente de Estados Unidos.

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