www.cubaencuentro.com Lunes, 10 de mayo de 2004

 
   
 
¿Dónde está la solución?
Dentro o fuera: El cambio cubano visto desde ambas orillas.
por EMILIO ICHIKAWA MORíN, Miami
 

La solución tiene que venir de adentro. Se trata de una curiosa frase repetida una y otra vez por la mayoría de los políticos de Miami con aspiraciones sobre la Isla. Acerca de ella quisiera dejar claro tres cosas:

Carta
Exilio: ¿Condena o salvación?

El dictamen "La solución tiene que venir de adentro" es un "punto de vista del afuera", está fabricado por políticos profesionales y es una afirmación culpable.

Las noticias que nos llegan de los vecinos del barrio, amigos y colegas coinciden en esta reclamación: "Nosotros hacemos lo que podemos, los que tienen que actuar de una vez son ustedes, que están allá".

En el área de la investigación histórica y social el asunto pudiera ser más o menos así. Los colegas en la Isla trabajan asiduamente en la búsqueda de datos, en la recogida de opiniones, en la revisión de archivos y materiales de bibliotecas. Los de aquí complementamos esas averiguaciones, conservamos en buen estado la memoria y accedemos a una interpretación libertaria garantizada por un contexto democrático.

Sería la división del trabajo más provechosa: el diálogo ideal. Pero hay gentes que desde Estados Unidos funcionan con una lógica diferente. Viajan a Cuba o negocian el material fáctico que legitima sus estudios, sin arriesgar una interpretación audaz o, incluso, alguna redefinición novedosa en el terreno de la especialidad. Respecto a Cuba, uno tiene la impresión de que se dice siempre lo mismo.

Eso sí es explotar al de allá, el despojo a su única "marvelous posesión": el fruto de su trabajo de archivo: la única apariencia de objetividad y cientificidad que les permite una cultura policial. Por demás, al de allá se le paga muy mal por ese servicio, se le trata con una piedad evangelizadora y se le somete a rituales de socialización que acaban siendo martirios bochornosos que, por suerte, el choteo logra humanizar a posteriori.

La advertencia de que "la solución está adentro" parece un reproche. Lo usan unos políticos para disminuir a otros. La disidencia interna es también una suerte de caché en el atuendo de los políticos locales. De ahí que muchas de las organizaciones políticas del exilio tengan lo que se llama "contraparte cubana", es decir, un enlace legitimante a un grupo de gentes en Cuba, a unos héroes alternativos que elevan o disminuyen cotejándolos con otros. La política, cuando es oscura, es a la vez exhibicionista, cubre sus ocultamientos con alardes de participación que desbordan la racionalidad conductual que estamos esperando de una nueva política cubana y latinoamericana.

A su vez, la expresión "la solución tiene que venir de aquí", que es una versión de la misma frase pero pronunciada por un político residente en la Isla, deja el mismo sabor a exhibicionismo y asepsia moral. Es, por demás, una frase sectaria que trata de buscarse unos pares en Miami que les favorezcan políticamente respecto a otras expectativas disidentes. Lo que no está del todo mal: Ésa es, por fin, la política moderna movida por intereses; no esa otra afectivista que cabildea en nombre de la patria, la nación o "todos los cubanos".

Pero "la solución tiene que venir de adentro" es además una frase culpable. Trata de ganar el derecho perverso de participar en los destinos de dentro de la Isla lavando la culpa de estar fuera. Es un sentimiento raro pues, hasta donde sabemos y vivimos, la gente común de la Isla no ve el exilio como condena sino como salvación. Esto tiene que ver con otros rasgos negativos de las ideologías cubanas: el docentismo y la falta de automotivación. Lo trataremos en otro momento.

La frase también evade una responsabilidad aparentando reconocer un derecho. El asunto es que no existe un aquí y un allá respecto a Cuba. Hay, eso sí, un régimen severo con las manos muy largas. Digámoslo de una vez: para criticar a Castro en Estados Unidos, incluso en Miami, se requiere un valor parecido al que se utiliza en Cuba. Con un elemento persuasivo adicional: aquí hay más cosas que perder.

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