www.cubaencuentro.com Lunes, 06 de septiembre de 2004

 
  Parte 1/3
 
El sida, la CIA y los derechos humanos
¿Cómo explica La Habana que no aumenten los casos de VIH en Cuba si los de otras enfermedades de transmisión sexual se mantienen?
por MIGUEL A. GARCíA PUñALES, Madrid
 

Hace ya dos años, el corresponsal de la BBC en La Habana escribía el artículo Campaña contra el sida en Cuba. La noticia en sí misma resultaba preocupante, pues, redacción descafeinada aparte, su contenido aportaba los siguientes elementos informativos: aumentan los casos de sida en Cuba y se relaciona su incremento con "el abandono por parte del Estado cubano de la antigua política de encierro obligatorio de los seropositivos". También, con el bombardeo de turismo sexual que sufre el país, lo que confirmó de paso la poca utilidad del condón como medio profiláctico por parte de la población cubana, así como el alto índice de promiscuidad sexual existente, sobre todo en los segmentos más jóvenes de la población.

Los Cocos
Sanatorio de Los Cocos, La Habana (BBC).

Es importante que se anote la fecha: eran despachos de prensa del año 2002, a partir de entrevistas a autoridades sanitarias de las áreas epidemiológicas.

En noticia reciente, procedente de reportes emitidos en la sede de la última reunión mundial sobre la pandemia —organizada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en Bangkok—, no existe espacio para la duda. Prestigiosos científicos del área latinoamericana denuncian la "bomba de relojería" que constituyen los reservorios cubanos de casi todas las cepas africanas del VIH y, de paso, ponen en duda la capacidad de los fármacos antirretrovirales de producción cubana, al considerarlos causantes además de ser una probable vía de inmunización medicamentosa para el virus, reforzando su resistencia a otros fármacos.

Queriendo ser condescendiente con el gobierno cubano, la primera afirmación no puede ser refutada. Es una verdad de Perogrullo que las largas estancias de las tropas cubanas en el territorio africano, y en especial, en las zonas de mayor pertinencia endémica del VIH —en época en que aún se desconocía la existencia de la enfermedad y, por tanto, las medidas preventivas eran cero—, constituyeron la principal vía de entrada de la pandemia en el país.

Si, además, se conocen los pésimos resultados de vacunas vendidas a Brasil, a principios de los noventa, y que fueron promocionadas en su momento como "medicamentos de primera línea", se entenderán también los temores de los científicos del área.

¿Un virus 'capitalista'?

Desde la aparición del primer caso de VIH positivo en la Isla, el control de la pandemia se concibió como una operación militar de alto secreto. El Ejército y el Ministerio del Interior se encargaron de capturar y conducir a condiciones de aislamiento a las personas que arrojaban resultados positivos, para lo que fue destinada una pequeña granja situada en la carretera que une Santiago de las Vegas y El Rincón, y cuyo nombre original, Los Cocos, prevaleció sobre el de Sanatorio Santiago de las Vegas. En los años anteriores a la apertura de esta cárcel para pacientes, estas instalaciones habían sido utilizadas como reformatorio de menores.

La operación se organizó cual si de un episodio de la guerra biológica se tratara, como si el virus no fuera de trasmisión sexual o sanguínea, sino ambiental. Cierto es que para esa fecha —mediados de los ochenta— aún se desconocían muchos aspectos de la enfermedad, pero también que desde un inicio se descartaron todas las vías de trasmisión que justificaran el aislamiento social de los pacientes.

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