www.cubaencuentro.com Miércoles, 08 de septiembre de 2004

 
  Parte 1/2
 
La vida tuerta de Miguel Orrio
Cuando las víctimas tropiezan con los victimarios: ¿Una piedra incómoda en el camino de la reconciliación?
por MIGUEL FERNáNDEZ-DíAZ, Miami
 

El protagonismo de Manuel David Orrio del Rosario (Miguel) en las redadas policiales que pusieron tras las rejas a casi ochenta opositores pacíficos, el año pasado en Cuba, había quedado asegurado cuando, siendo presidente de la Federación de Periodistas [Independientes] Cubanos, organizó un taller de ética profesional y escogió para llevarlo a cabo, según su propia declaración, "el lugar de más conflicto y de más escándalo": la residencia de James Cason, jefe de la Oficina de Intereses de Estados Unidos en la Isla.

Orrio
Agente Orrio, ante las pruebas del 'delito'.

Tras descuerarse como el agente Miguel, durante los juicios sumarios (3-7 de abril de 2003) contra los disidentes arrestados, y confesar haber vivido "cerca de once años en la piel de un gusano", Manuel David no se dio cuenta de que ponía también al desnudo una llaga repulsiva del socialismo a lo Castro: "el miedo canijo a la expresión saludable de todas las ideas", tan fustigado por Martí en su prédica moral.

Aquella escalada represiva intriga por su fundamento jurídico: el principio de "oportunidad" para perseguir a los culpables. Así queda al arbitrio del Estado usar o no sus recursos punitivos contra quienes, según el derecho vigente, cometen actos de tan subida peligrosidad social que afectan la propia seguridad del Estado.

En estos casos, la reacción debe ser tan enérgica como inmediata, pero el surrealismo político cubano aguanta que los opositores se reúnan, bajo protección de la policía, con el ex presidente norteamericano Jimmy Carter, y luego sean arrestados por la misma policía como consecuencia de los actos que venían realizando mucho antes de la insólita reunión.

El factor Cason

La fiscalía procedió a incriminarlos por haber brindado "informaciones manipuladas y falseadas con relación a la situación política, social y económica de Cuba, las que son de interés del gobierno de los Estados Unidos para utilizarlas en actos hostiles". Cualquiera se atraganta con esa guayaba jurídica, porque si los disidentes, lejos de trasmitir verdades, dieron a la Casa Blanca informes torcidos de la realidad cubana, entonces bastaría con desmentirlos y poner así en ridículo al enemigo yanqui. Nada mejor para la Seguridad del Estado cubana, pero nada mejor que EE UU para trabar a la oposición pacífica con la traición a la patria.

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