www.cubaencuentro.com Lunes, 18 de octubre de 2004

 
  Parte 1/3
 
El paradigma revolucionario como distorsión histórica
por ARNALDO YERO, Miami
 

El primer paso para resolver un problema es determinar sus causas, pero si al hacerlo confundimos las causas con las consecuencias, corremos el riesgo de alejarnos de la solución. Es por eso que al analizar el caso cubano no debemos confundir el castrismo, que es una consecuencia de un proceso histórico precedente, con las causas originales de ese proceso, porque de hacerlo, corremos el riesgo de combatir los síntomas sin llegar a la raíz del problema.

G. Machado
Machado: ¿primer resultado de la cosecha revolucionaria?

A simple vista, lo que impide el desarrollo de una sociedad abierta en Cuba es la voluntad arbitraria de un déspota, apoyado por un grupo armado, cuyo objetivo es mantenerse a toda costa en el poder, de ahí que muchos piensen que con la eliminación del tirano se resuelve el asunto. No obstante, la experiencia nos indica que la eliminación de otros dictadores anteriores no impidió el surgimiento de nuevos caudillos: "tumbamos" a Gerardo Machado y surgió Fulgencio Batista; "derrocamos" a Batista y lo sustituimos por Fidel Castro.

El hecho mismo de la regularidad del fenómeno: tres dictadores en los primeros 57 años de la República, cada cual peor que el anterior, y una tiranía totalitaria de 45 años, debería indicarnos que existe una falla "sistémica" que no se resuelve con los métodos empleados hasta ahora para subsanarla.

¿En qué consiste la falla? La respuesta más simple, partiendo de la premisa de que ninguna teoría puede dar respuesta a todos los hechos que se le pueden anteponer, sería que la falla probablemente estriba en haber tratado de edificar una sociedad democrática sin fomentar una cultura civil sólida que la sustentara; utilizando métodos violentos propios de una mentalidad revolucionaria que es, a su vez, producto de una cultura política autoritaria incompatible con la modernidad.

En ese sentido, podríamos decir que Cuba es un país que ha estado atrapado en un círculo vicioso compuesto de al menos tres factores que han obstaculizado su desarrollo político:

- La distorsión e ignorancia de nuestra Historia;

- la perpetuación del mito de la revolución como vía efectiva para el cambio social, producto de dicha distorsión;

- y la imposibilidad de crear una cultura cívica de masas que permita el progreso armónico de la nación por medio de la participación democrática, debido al "ethos revolucionario" que ha lastrado a la República desde su nacimiento.

La distorsión histórica

La distorsión a que me refiero estriba en la creencia dogmática de que el movimiento revolucionario separatista de mediados del siglo XIX era el más apropiado para lograr la independencia del país, y que las corrientes evolucionistas, representadas por el reformismo y el autonomismo, "traicionaban" la causa de la libertad porque representaban un "acomodo" con la metrópoli. Se ignoraba el hecho de que estos últimos proponían una vía más lenta, pero más segura, para propiciar un desarrollo paulatino de la sociedad que preparara a los cubanos para una verdadera independencia, sin correr el riesgo de caer, por falta de madurez política e inestabilidad económica y social, en manos de otras potencias interesadas en Cuba —como Estados Unidos, Inglaterra o Francia— tras la salida de España de la Isla.

Los reformadores que echaron la simiente de la nacionalidad cubana, entre los que se destacaron José Agustín Caballero, Félix Varela, José de la Luz y Caballero, Francisco Arango y Parreño y José Antonio Saco, fueron conocedores profundos de la realidad del país, que concibieron la independencia criolla como producto del desarrollo económico basado en el conocimiento científico, y de la maduración social basada en la instrucción de las masas y en la educación del individuo sobre principios morales y filosóficos que le prepararan para el ejercicio de la libertad.

Ese cuidadoso proyecto nacional, nacido de las mentes más lúcidas de su época, que en apenas cuatro décadas contribuyó al primer "milagro" económico cubano y a despertar a la sociedad criolla de su letargo anterior, se frustró a consecuencia de las guerras separatistas contra España, y es en unos casos ignorado totalmente, y en otros casos superficialmente catalogado de "elitista", o simplemente descalificado como contrario a las aspiraciones de independencia.

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