www.cubaencuentro.com Jueves, 21 de octubre de 2004

 
  Parte 2/2
 
El fondo y las formas
La 'política cubana' del gobierno español: ¿Hacia dónde y cómo?
por ANTONIO ELORZA, Madrid
 

Mazazo también a cualquier pretensión de análisis afinado de la política de la UE, a partir de 1996 y en este último año. Es cierto que no se ha conseguido nada tangible, pero, ¿es que alguien podía esperarlo a tan corto plazo? Al amparo de la Posición Común, los demócratas del interior habían ido adquiriendo un peso político creciente, y tal vez por eso Castro desencadenó la oleada represiva de marzo de 2003.

Sostener al promotor del Proyecto Varela, defender la libertad de asociación y de expresión, era una inversión de cara al futuro de la Isla mucho más importante que una marcha atrás que sin duda aliviará los temores del capitalista asistente a la recepción, de que habla una crónica del diario El País.

Nada deben esperar en cambio los demócratas, pues la UE, de seguir el impulso de Alonso Zaldívar, carecerá en lo sucesivo de la menor capacidad de maniobra: hará lo que Fidel Castro permita que haga, por mucho que se mantengan las referencias a "quienes disienten de su política" (Aquí las garras se envuelven en terciopelo: el embajador debería saber que los demócratas, de Cuba y de fuera de Cuba, no pueden limitarse a "disentir" de una dictadura; tienen que exigir su transformación radical en un régimen de libertades. ¿O es que a partir de ahora Cuba deja de ser una dictadura comunista?).

En el terreno de Castro

Cuba y la UE
El papel de los cubanos
MICHEL SUáREZ, Madrid
Gestos
MS, Madrid
Carta Abierta a Rodríguez Zapatero
MANUEL DíAZ MARTíNEZ
El relanzamiento
MICHEL SUáREZ, Madrid
Carta Abierta al Sr. José Luis Rodríguez Zapatero

Ciertamente, los errores de forma en la resolución de 5 de junio le pusieron las cosas fáciles a Castro. Su reacción hubiera sido la misma, pero con la pugna de las invitaciones se le llevó a jugar en el terreno que más le apetece: las ofensas simbólicas, que le permiten legitimar, como en este caso, una respuesta agresiva y desproporcionada.

Al tratar con Fidel Castro, conviene siempre recordar dos cosas. La primera, su condición de demagogo, que necesita pretextos para seguir manteniendo su precaria dictadura sobre el leitmotiv de la revolución asediada. La segunda, que al igual que Franco no está dispuesto a ceder un ápice en sus poderes arbitrarios y discrecionales, y menos si detecta como ahora debilidad en el adversario. La batalla se juega de cara al postcastrismo, y es ahí donde la derrota encadenada de la UE y de los opositores puede causar un gran daño.

Si era preciso retroceder, con el fin de alcanzar una reanudación de la normalidad en las relaciones diplomáticas, el procedimiento tenía que consistir en negociaciones discretas, no en arrepentimientos públicos. Ahora Castro no va a limitarse a conseguir la exclusión de sus opositores en las recepciones. Su objetivo será eliminar, en nombre del "diálogo", la Posición Común de 1996 para que la población admire, como en el episodio del niño Elián, la eficacia de una política tan despreocupada de la suerte del pueblo cubano como dispuesta a imponerse por la violencia a cualquier adversario.

España y Cuba parecen unidas bajo la maldición que obliga a mirar la realidad desde los espejos cóncavos del callejón del Gato. El resultado es el esperpento. Ahora Castro le cierra las puertas de Cuba al diputado del Partido Popular Jorge Moragas, el cual, triste es suponerlo, se fue volando allí para poner en solfa la política del gobierno socialista. Ya advirtió Elizardo Sánchez de que existía un peligro sumado a tantos peligros que acechan a los demócratas cubanos: que Cuba se convirtiera en arma arrojadiza entre los partidos españoles. El augurio ya es realidad. Desde la desesperación, únicamente cabe expresar un deseo: ¡Queridos políticos españoles, piensen en Cuba!

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