www.cubaencuentro.com Viernes, 12 de noviembre de 2004

 
  Parte 1/2
 
La crisis de los mil nombres
Castro, Jrushov, Kennedy: ¿Fue el conflicto de los misiles un drama tripartito?
por MIGUEL FERNáNDEZ-DíAZ, Miami
 

El director del Centro de Estudios sobre los Estados Unidos (Universidad de La Habana), Esteban Morales, ha sudado la camiseta doctoral para impugnar el sello estadounidense "Crisis de los Misiles" y presentar la etiqueta cubana "Crisis de Octubre" como denominación exacta del conflicto que, hace 42 años, puso al mundo al borde del holocausto nuclear. Asimismo, deja caer que el nombre Crisis del Caribe, dado por los soviéticos, obedeció "a la actitud de hacer la proyección externa" de aquel drama tripartito.

Cohetes
Museo de la 'Crisis de Octubre'.

Morales no desenreda la pita conceptual soviética, pero intenta deshilvanar la madeja cubanoamericana. Sostener "que la Crisis de Octubre comenzó con la instalación de los cohetes en Cuba, llamándole Crisis de los Misiles, es olvidar la verdadera crisis". Esta habría comenzado cuando la Casa Blanca emprendió su "campaña de hostilidad" (1959), y llegaría en octubre de 1962 "a su clímax de peligro".

El propio Morales dice tener preguntas de naturaleza "multilateral y compleja". Entre ellas, si Jrushov decidió "por sí solo enviar misiles nucleares a Cuba". De tal palo preguntón, tal astilla de consabida respuesta: "la decisión de instalar[los] no fue sólo de Jrushov, sino (…) acuerdo explícito". Para colmo, Morales afirma que aceptar los cohetes no es lo mismo que instalarlos: "la causa esencial que provocó su instalación (no así su aceptación por parte de Cuba) provino de la amenaza de invasión".

El fracaso en Girón (abril de 1961) de la invasión con exiliados cubanos explicaría "la decisión de Kennedy de invadir [otra vez] a Cuba, pero ahora con el ejército norteamericano". De ahí que, para "octubre de 1962, coincidiesen los planes de agresión directa [y] el armamento nuclear en la Isla". Sin peligro de intervención yanqui, "los misiles nucleares nunca hubieran emergido como una alternativa de defensa".

Morales termina como Chacumbele cuando asevera que "las concepciones de defensa ya elaboradas" no contemplaban estos misiles como "necesidad para detener las aspiraciones norteamericanas de volver a invadir". La clase dirigente cubana ponderó "en primer lugar (…) mejorar el desequilibrio [nuclear entre] los países socialistas [y] Estados Unidos, y nunca la defensa de la Isla". Luego vuelve a cambiar Morales del palo de "apoyo internacionalista" para la rumba de "seguridad nacional", sin ocuparse del testimonio de Fiodor Burlatski, consejero de Jrushov. A este último se le ocurrió desplegar misiles nucleares en Cuba mucho antes de Girón, cuando el mariscal Rodión Malinovski comentó que los cohetes americanos tardarían, desde Turquía, unos diez minutos en caer sobre Moscú.

Reproches y consecuencias

En vez de seguir cogiendo el toro de la crisis por los cuernos del "acuerdo explícito", Morales reprocha sólo a Jrushov "el engaño [que] permitió a Kennedy invertir los términos de la confrontación, pudiendo presentarse como el agredido, cuando realmente siempre fue el agresor". Castro habría insistido "en la inconsistencia moral y estratégica de instalar los cohetes en secreto, pero después de varios intentos no logró convencer a Jrushov y finalmente aceptó dejar el asunto en manos de la dirección soviética".

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