Una conocida frase del historiador francés David Rousset dice: "Los hombres normales no saben que todo es posible...". Si aceptamos la ironía de esta frase, podremos entonces también aceptar que esto es un poco lo que ha venido sucediendo en los últimos años en Europa. No porque no hayan vivido el desastre: campos de concentración, regímenes despóticos, limpiezas étnicas o encarcelamientos, sino porque parecen haber olvidado ese "todo" que menciona Rousset, y en el caso específico de Cuba, siempre estarán dispuestos a aceptar. A aceptar qué, nos preguntamos curiosamente. La propaganda del régimen, sin dudas. Su retórica perversamente "humana".

Hoy, Día del Escritor Encarcelado, Raúl Rivero continúa preso.

Para esto, ese hombrecito cotidiano como lo designaba Reich, no sólo desafía cualquier estadística o experiencia. Experiencia que no sólo tiene que ver con la de los presos o personas que pudieron en su momento huir del universo castrista, sino con la de la ideología.

Para ellos, y es una dialéctica que aún no entiendo, el hecho de que el socialismo haya fracasado no es muestra de la fragilidad de un sistema (un sistema que reprime, asesina o juega constantemente a la guerra no es un sistema frágil, diría con dudosa mayéutica nuestro querido hombrecito), sino de la ineficacia de unos cuantos, de la corrupción, para decirlo con una palabra cómica.

Bajo esta misma lógica es que entonces se aprestan a teorizar sobre Cuba, o a negar —con comparaciones— cualquier nueva monstruosidad del régimen. A modo de chiste siempre digo que las comparaciones que más disfruto son aquellas donde nos colocan frente a Haití (y por qué no frente a Costa Rica o Austria, pienso siempre), o frente a cualquier nación africana. En principio, porque la ortopedia comparatística en política no lleva a ninguna parte: un país sólo es comparable consigo mismo: su pasado, las articulaciones que traza ese pasado con el presente, lo que va a venir… además, porque el sistema en rigor me parece bastante infantil, como si el traslado de muertos de un lugar a otro fuera a dejar algo en claro.

¿Que exista un 2,10 por ciento más de desaparecidos (esto es sólo una hipótesis) bajo el régimen de Pinochet, hace más humano a otros gobiernos que asesinan, secuestran o reprimen para sobrevivir?

La respuesta, más allá del pataleo que ahora mismo debe estar formando nuestro "hombrecito", es no. No hay justificación posible para que un régimen se agencie el poder por 45 años sin convocar a elecciones. No fue legítimo en la España de Franco, ni en el Paraguay de Stroessner, ni en el Irak de Hussein, para no hablar de la Dominicana de Trujillo, tan bien retratada en La fiesta del chivo por Vargas Llosa. No hay justificación para que ninguna persona sea encarcelada por querer abandonar un país o expresar sus ideas.